Domingo 15 de marzo de 2009, San José, Costa Rica
Nacionales
Evangelio de hoy

Alvaro Sáenz Zúñiga, Presbítero
asaenz@liturgo.org

Vendedores de ovejas y de bueyes. Esto era lo que quedaba del sistema religioso hebreo. La experiencia de fe a partir de la Palabra, la oración y el contacto con Dios, se reducía a un mero servicio sacerdotal en el que lo importante era el número de víctimas y el monto de las colectas.

Con un látigo hecho de cuerdas, Jesús expulsó a los mercaderes del templo, diciéndoles: “no conviertan la casa de mi Padre en un mercado”.

Esta escena la proponen también los sinópticos, aunque Juan la empapa de símbolos muy relacionados con la muerte y resurrección de Jesús.

Sus detalles sorprenden: ubica la escena cerca de la Pascua, ello explica el número exagerado de animales para sacrificar; por ello abundaban los cambistas de monedas para la ofrenda del Templo.

Jesús, devorado por el celo de la casa de Dios, aniquila el mercado que profana el Templo que él llama “la casa de mi Padre”. Jesús busca el culto verdadero, en espíritu y en verdad, un culto que consiste en la escucha de la palabra revelada. La plegaria íntima y consoladora, el contacto personal con Dios y rechaza todo tipo de idolatría que podría estar implícita en los sacrificios sangrientos, absurdos y deficientes.

El arrebato de Jesús hace reaccionar de inmediato a las autoridades judías, que le reclaman abiertamente y le piden una justificación. Jesús, variando el argumento, les da un signo, de golpe los hace pasar del templo material a su propio cuerpo. Dice: “destruyan ese templo y en tres días lo reedificaré”.

Así como el misterio del hombre solo se comprende en el misterio del Verbo encarnado, así los signos de Jesucristo sólo se entienden en su resurrección.

Este rudo enfrentamiento de Jesús con las autoridades hebreas es apenas el primero, y no será el último. Ellos hoy toman al pie de la letra su frase simbólica con respecto a destruir “este templo”.

Se quedan en lo superficial, mientras que el evangelio pide profundizar: él está hablando de su entrega y muerte por nosotros. El oscuro entender de aquellos hipócritas tampoco les permitirá recordar la profecía, porque destruirán su Templo y su cuerpo. Pero él triunfará sobre la muerte, se levantará del sepulcro.

En esa primera permanencia de Jesús en Jerusalén muchos se le acercan diciendo creer en él. Pero es fe basada en evidencias. Jesús anda buscando nuestro corazón.

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