Yensy Aguilar Arroyo
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Por ser Puntarenas una provincia cuyo litoral es bañado por las aguas del Océano Pacífico, el establecimiento de muelles allí siempre fue importante para el tráfico de materiales y mercancías.

Uno de los primeros muelles que se levantó fue el llamado “muellecito”, que se autorizó mediante la ley N°54 del 4 de junio de 1913. Se utilizó principalmente con el propósito de recibir viajeros del interior del país, especialmente de Guanacaste, así como del resto de Centroamérica.

El actual muelle, conocido como “el muelle grande de la playa” se construyó en 1927. En sus inicios fue uno de los principales puntos de exportación de café, situación que lo convirtió en el puerto más importante de la costa pacífica y que motivó la creación de múltiples fuentes de empleo. Esto llenó de orgullo y sustento a los puntarenenses.

Junto a su entrada se encuentra la Capitanía de Puerto, un edificio antiguo de dos pisos. Posee corredores, balcones y grandes ventanas con vista al mar, lo cual hace del lugar un sitio muy ventilado y fresco. Desde la lejanía, el sonido inconfundible de su sirena recuerda a los turistas que así se llamaba a los muelleros a laborar o anunciaba algún hecho importante en el puerto.

Cerca del muelle se ubican además establecimientos comerciales claves en el desarrollo de la zona. Algunos de ellos, el mercado de artesanías y varios restaurantes de corte moderno, que ayudan a dar una cara contemporánea del lugar.

* Colaboró Rolando Avilés.