Milton Montenegro
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México. Aquella mancha roja llamó la atención de los mexicanos, ¿y cómo no iba a hacerlo?, si apenas terminado el mediodía, ya los ticos se acercaban al Estadio Azteca.
Como en el 2001 fueron los primeros en ingresar al coloso de Santa Úrsula, el mítico estadio donde Pele y Maradona escribieron historia y donde un helicóptero parecía custodiarlo desde el cielo.
Así se empezó a sentir el oooe, ooee de los ticos. De todos lados de Costa Rica llegó la afición: Puntarenas, Guanacaste, San Carlos, San José, de cualquier rincón del país, todos estaban ahí presentes en el Azteca.
“Vamos a ganar, se repite el “Aztecazo”, decían los ticos antes de ingresar al Coloso. Un estadio que según los medios de comunicación, estaba vigilado por 3.500 policías.
Un reducto que conforme pasaron las horas empezó a llenarse, empezó a verse imponente y obligó a los ticos a cantar al unísono y a gritar a todo galillo, para hacerse sentir ante la gran presencia de mexicanos.
El bullicio los silenciaba, pero ellos brincaron, algunos hasta se abrazaron cuando vieron que parte de la selección salió a calentar, no faltó quien llegara tarde y empezara a gritar “esto se repite, esto se repite”.
El Azteca de nuevo tuvo una gran mancha roja.
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