Martes 27 de octubre de 2009, San José, Costa Rica
Nacionales | Pido la palabra
Escrita solo para mortales

Antonio Alfaro, periodista
analfaro@aldia.co.cr

Anoche tuve un sueño. Estaba anciano y muriendo. No una muerte trágica, ni dolorosa, sino anunciada, esperada, dictaminada por los médicos, aunque sin fecha definida. Una semana, un mes, dos meses, ¡cuando Dios quiera!.

Estaba anciano y escribiendo una columna sobre mi agonizante existencia, iniciada así o de manera semejante: “Lo siento, no podemos hacer más -expresó el médico, con un dejo de condolencia-.”

“Me llega la hora y escribo. Tantas palabras como tenga tiempo, tantas frases como tenga fluidez, tantos párrafos como tenga vida”.

“Usted me tendrá consideración, a lo mejor lástima, quizás sin poder detener un ¡pobrecito!”.

“No se duela por mí, sino por usted, que también se está muriendo y no lo sabe, que también tiene los días contados y vive como si fuera eterno. Lástima le tengo al que fui, al que malgastó el tiempo antes de tan temido pronóstico”.

“Hoy vivo a plenitud, mientras llega el bendito sepelio. Sí, bendito, capaz de reunir a primos lejanos y cercanos, conocidos y extraños, primos hermanos, segundos, de los que hace tiempo no se ven aunque no vivan tan lejos”.

“¡Si tan solo es capaz de generar más encuentros que el desencuentro de mi alma con la tierra, entonces algo hice bien!”.

Anoche tuve un sueño, ¿O lo imaginé? No importa. Estoy despierto y vivo.

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