Julio Peña, corresponsal
Rodolfo Martín
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Guanacaste. - Una tarde de carreras de cintas, organizadas a beneficio de la iglesia local, acabó anteayer de manera sangrienta con un homicidio a puñaladas que mantiene consternados a los vecinos.
El cuerpo de Mariano Arroyo Cisneros, de 32 años, quedó tendido bajo unas plantas de cuadrados, luego de recibir tres estocadas; en el abdomen, las costillas y un brazo, según narró Adolfo Sáenz, vocero de la Cruz Roja de esa provincia.
La sangrienta tarde tuvo lugar en barrio Cuba, un típico poblado pampero de Veintisiete de Abril, comunidad situada 20 kilómetros al oeste de Santa Cruz.
Como sospechoso del hecho figura un hombre de apellido Matarrita, cuñado del occiso y quien ayer permanecía detenido en las celdas de la delegación del OIJ de Santa Cruz.
Nadie podía imaginarse que, minutos después, la algarabía del público y el tronar de los cascos de los caballos sobre las polvorientas y empedradas calles, daría paso al dolor, a las lágrimas de todo un pueblo, donde la mayoría son familia.
Arroyo y Matarrita, junto con unos parientes y conocidos, caminaban hacia sus casas, situadas a unos 200 metros del centro del pueblo cuando comenzó una discusión entre ambos.
Al parecer, de acuerdo con la hipótesis del OIJ, el móvil habría sido una inesperada y “estúpida” riña provocada únicamente por la ingesta del alcohol, según trascendió ayer.
Inesperadamente, de acuerdo con testigos, Matarrita sacó un filoso puñal y sin darle tiempo a Mariano a que se defendiera, se lo clavó en el abdomen, el brazo y las costillas.
Una Luna en cuarto menguante fue testigo, cuando Mariano, agonizante, cayó a orillas de la calle, procurando con sus manos, contener la sangre.
Fue socorrido en el acto por quienes lo acompañaban.
Mientras expiraba en los brazos de su hermano Randal, unos niños del vecindario corrieron y trajeron una almohada con el fin de hacer presión sobre la herida donde a borbollones que se le escapaba la vida.
Al lugar se hicieron presentes, paramédicos de la Cruz Roja de Santa Cruz, sin embargo, ya nada se podía hacer debido a la magnitud de las estocadas.
Matarrita huyó del lugar pero ayer, muy temprano, se presentó con su padre ante el OIJ.
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