Ana Coralia Fernández, periodista
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Mientras se mantengan las brechas entre la educación de todo recurso y la de ninguno, es posible que los niños y jóvenes de uno y de otro extremo desarrollen su destreza motora fina.
Mientras el contraste entre las escuelas que tienen buenas instalaciones, pupitres, salas de posibilidades múltiples con audiovisuales, aulas recurso, súper bibliotecas, piscina, zonas verdes seguras y gimnasios versus los centros educativos de atención prioritaria, donde se trabaja con mística, pero con las uñas, para llevar a la población estudiantil el contenido de los programas, los grupos de ambas puntas de la cadena desarrollarán su destreza motora fina.
Desde mi punto de vista, los primeros quizás desarrollen una habilidad asombrosa en sus dedos pulgares, que les permitirá manejar controles de Wii, Xbox, juegos portátiles personales, el mouse de las “compus” de tecnología de punta, el iPod y sus similares o el iPhone y afines.
Con algo de suerte, los segundos, manejarán hábilmente el lápiz, el lapicero, la calculadora y las computadoras de las instituciones que cuenten con aulas de informática o las del café Internet.
Pero, en el peor de los casos -no soy pesimista, sino realista- algunos también desarrollarán la destreza del dedo índice, para señalar lo que quieren tener y no pueden y apretar un gatillo para obtenerlo o para protestar.
¿Estaremos trabajando para minimizar el abismo?
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