Alejandro Nerdrick, corresponsal GN y Rodolfo Martín
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Matina, Limón.- Róger Vinicio Pereira Cerdas, de 31 años, supervisor de una empresa de seguridad privada, murió asesinado antenoche de dos escopetazos en Matina, en momentos en que hablaba por teléfono celular con su esposa. Ambos estaban a 12 kilómetros de distancia. Ella escuchó voces, insultos y por último, los tiros que lo callaron para siempre.
“Hij... ¡bájese de la moto!... ¡que se baje! ¡Póngale la patilla! ¡No oye, que le digo hij... que se baje!”, fue la amenaza que su esposa Maryoris de los Ángeles Arroyo Rojas escuchó claro y fuerte mientras conversaba con su marido.
El diálogo, se interrumpió y, acto seguido lo que comenzó a escuchar fueron insultos, amenazas y gritos hasta que unas detonaciones dieron por cortada de manera abrupta la conversación.
La esposa, quien se encontraba en su casa en el barrio El Luzón de Batán, ante esta emergencia llamó por teléfono a su patrón Eduardo Fajardo y lo alertó de lo que pasaba.
“Yo estaba en una reunión de la Asociación de Desarrollo. Inmediatamente, me hice acompañar por el padre de doña Maryoris y un amigo y nos fuimos a buscar a Róger”, recordó ayer Eduardo propietario de un abastecedor.
Pereira, trascendió ayer, se dirigía de Batán a Zent donde debía supervisar el puesto de seguridad de la finca Bananita.
Esa fue la última información que Maryoris había recibido de su esposo, quien circulaba por la ruta 32.
Él fue interceptado cerca del colegio de Venecia, en Matina.
El occiso deja un hijo de siete años llamado Daylan Steven.
Al lado suyo quedaron heridos dos nicaragüenses de apellidos Rivera y Sánchez, de 21 y 22 años, quienes, al parecer, portaban una escopeta calibre 12.
Además, estaba el revólver calibre 38 de la compañía de seguridad privada para la cual trabajaba Pereira.
La víctima
Róger V. Pereira
Edad: 31 años
Armas
Dos armas y casquillos fueron decomisados por miembros del OIJ de Limón.
Humberto Carpio, amigo.
La escopeta calibre 12, sin duda es propiedad de los sospechosos porque lo que él usaba era un calibre 38”.
Eduardo Fajardo, vecino.
Cuando me llamó la esposa, estaba en mi casa. Al llegar, sus temores fueron ciertos, por desgracia”.
Bryan Navarro, amigo.
“La esposa me dijo que él la llamó por teléfono y oyó una conversación extraña... le gritaban que soltara la moto”.
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