Erick Carvajal, enviado
ecarvajal@aldia.co.cr

Turrialba. - Marianela Vega está perdiendo la esperanza de volver a su casa. Cada vez que ve las noticias, un poquito de ese anhelo que tiene por regresar se muere.

Tiene 11 años de vivir allí y está dedicada a cuidar a sus cinco hijos. Los pequeños le preguntan cuándo van a regresar y ella solo les pide paciencia. Cuando salieron de la casa estaban asustados, la cantidad de ceniza que les caía encima era mucha.

Ella se encuentra en el albergue de Santa Cruz, donde tienen colchonetas, cobijas y comida. No la están pasando mal, pero nunca es igual a estar en el hogar.

Y es que luego de 144 años de estar dormido, el volcán Turrialba despertó. A eso de las 2:30 p.m. del martes, el coloso comenzó a lanzar ceniza y no se ha detenido.

Se han evacuado unas 37 personas procedentes de las comunidades El Retiro (19), La Esperanza (12), la Central (6) y La Silvia (4). De ellas, 22 se movilizaron al salón comunal de Santa Cruz, y el resto se trasladó a casas de familiares en Paraíso y Pacayas.

La Comisión Nacional de Emergencias (CNE) declaró alerta amarilla en los cantones de Turrialba, Oreamuno y Alvarado.

Además, se estableció alerta verde en los cantones cartagineses de Paraíso, La Unión y Cartago y decretó la misma para los cantones josefinos de Montes de Oca, Desamparados, Moravia, Goicoechea y Coronado.

Dos escenarios

Eliécer Duarte, vulcanólogo del Ovsicori, comentó que están analizando dos escenarios. El primero es que las columnas de sedimento que se están levantando procedan del cráter donde se daba el proceso se gasificación.

El segundo, que el material esté saliendo de una grieta de 15 metros de ancho del sector noreste. “Sería un proceso más severo porque estaríamos ante una posible erupción lateral”, explicó.

Esta posible erupción lateral estaría afectando a comunidades como San Gerardo, Jaulares y San Cayetano de Oreamuno, en Cartago, que quedan al norte del volcán Turrialba.

Duarte aseguró que no es ceniza lo que está cayendo en los pastos, sino material que estaba acumulado en el cráter. De ser ceniza se estaría ante un proceso eruptivo con presencia de lava.

Redoblan esfuerzos

La CNE, el Sistema Nacional de Salud Animal (Senasa) y la Sociedad Mundial Protectora de Animales (Wespa) iniciaron la movilización de más de 1.600 animales y de ellos 900 son ovejas y el resto, son vacas.

La empresa Jasec, que provee electricidad a la provincia de Cartago, trabaja en el restablecimiento del servicio, que se vio afectado en las zonas de los volcanes Irazú y Turrialba. La ceniza cayó sobre cuchillas, transformadores, reconectadores, líneas de distribución y aisladores.

Los centros médicos de la CCSS instalados en la zona tienen todo listo para atender a aquellas personas que presenten complicaciones, a causa de las erupciones. Además, disponen de trabajadores sociales y psicólogos para atender a los posibles afectados.

* Redactores: Yensy Aguilar y Esteban Rojas. Fotógrafos: José Rivera y Carlos Borbón.

“Primero está mi hijo”

Greivin permanece en el albergue con su hijo.

Greivin Serrano, de 24 años, está preocupado por su trabajo en la finca El Retiro, ubicada a dos kilómetros del volcán Turrialba, sin embargo, su vida y la de su pequeño de dos años, en estos momentos son su prioridad.

Se encuentra en el albergue del salón comunal de Santa Cruz, con 25 personas más, 11 adultos y 14 niños.

“Llegué anoche (antenoche) a las 9, por mis propios medios. Estaba cayendo mucha ceniza”, comentó.

Greivin escuchó la primera explosión del volcán y llamó al 911. “Fue increíble el sonido y luego la lluvia de ceniza, era impresionante”, manifestó.

Él ha visto cómo el volcán ha ido quemando etapas. Primero los gases que quemaron los pastos y ahora la ceniza. “Espero que no pase algo peor”, aseguró.

“Nunca había visto algo igual”

La ceniza puso las gradas de la casa muy resbalosas.

En los ocho años que tienen Nuria Ramírez de vivir en San Rafael de Irazú, nunca había visto caer ceniza en esta zona de la provincia de Cartago. “Es la primera vez que esto pasa. La gente tiene miedo”.

Recordó que el martes por la tarde, los trabajadores que estaban en los sembradíos se cubrieron de blanco.

“Esto es realmente increíble. Aquí el problema es que la gente vive de la agricultura y no sabemos qué puede hacer esta ceniza”, comentó preocupada.

En su casa en San Rafael de Irazú, las gradas y la calle quedaron cubiertas de sedimentos emitidos por el volcán.

“Los animales sufren mucho. Esperamos que no haga una erupción grande”.

“Como una olla de presión”

Víctor Coto.

Víctor Coto estaba desesperado. A sus 56 años, todos vividos en las faldas del volcán Turrialba, solo había visto algo así cuando pasó lo del Irazú. El pasto de los alrededores de las fincas estaba lleno de un material color gris. Sus caballos también.

“Todo esto comenzó ayer (anteayer) cuando escuchamos un ruido muy fuerte. De inmediato, nos dimos cuenta de que era del volcán. Una señora me llamó y me preguntó qué estaba pasando, eso fue como a las 2:30 p.m.”, dijo.

Coto aseguró que se escuchaba como si fuera una olla de presión. Sus vecinos más cercanos salieron. “Era ceniza que estaba cayendo del volcán”, comentó. Él, que vive solo, se quedó un día más, pues cuida una finca en el sector conocido como Pigres.