Ana Coralia Fernández
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Raimundo Banano, el cada vez más popular candidato ficticio para los próximos comicios le da un poco de sentido del humor a la campaña electoral.

Entre la risa que puede generar su discurso, por encima del lenguaje grotesco o de doble sentido, nace la “chinita”: ¿en qué estamos los ticos?

En 1978 surgíó una figura en el escenario político que dio un paso más allá de la broma, pues hasta estuvo en la papeleta oficial y todo: G. W. Villalobos.

En aquellos días, Gerardo Wenceslao Villalobos, daba de qué hablar, todo el mundo lo “choteaba”, pero a su manera, le dio a la contienda política un tono jocoso, muy tico y hasta anecdótico.

La gente lo vacilaba porque iba al tope con su yegua “Gitana” y se envolvía en la bandera para ir a pelear contra Robert Vesco, ametralladora en mano.

Lo único es que de esos años a nuestros días, la patria exige, sin que por ello perdamos el sentido del humor, una actitud definitvamente seria, comprometida, realista, aterrizada y sobre todo digna, de los candidatos reales, los de carne y hueso, los que de verdad aspiran a nuestro voto.

Cuando veo las promesas alucinantes en cuanto a dádivas, reformas al Estado y propuestas populistas a cualquier costo, se me eriza la piel al pensar en cómo serán los próximos años en el país y entro en una preocupación total, que creo durará más de cuatro años.