Las pandillas en La Carpio delimitaban las zonas con grafittis y algunos de sus miembros se identificaban por medio de tatuajes.
Ellos exigían a los vecinos una especie de “peaje” o pago para dejarlos pasar sin robarles sus pertenencias.
Durante cinco meses una pareja de investigadores de la Sección Penal Juvenil del OIJ, determinó en la zona la manera de actuar y los involucrados en estas pandillas.
Con esos datos entró la policía y se logró condenar a 22 personas y otras 44 se sometieron a procesos abreviados. Todavía faltan dos juicios.