El Cairo, Egipto/EFE y AFP.- Con un anuncio de tan solo 30 segundos, terminaron el viernes en Egipto los 30 años de gobierno de Hosni Mubarak, un paso al que se llegó gracias a una revolución popular que derribó a uno de los regímenes más estables de la región.
El vicepresidente Omar Suleimán fue el encargado de comunicar, a las 6 p.m. (hora local), que Mubarak, de 82 años, cedió el poder a las Fuerzas Armadas.
“¡El pueblo ha hecho caer al régimen!”, gritó la multitud en la plaza Tahrir, convertida en símbolo del movimiento de protesta iniciado el 25 de enero.
La noticia fue celebrada con risas, gritos, pitos de carros y disparos al aire, mientras en El Cairo cientos de miles de manifestantes estaban reunidos tras su participación -más temprano- en la protesta “Viernes de la Cólera”.
Mientras Suleimán anunciaba así el final de una era, Mubarak se encontraba en uno de sus lugares favoritos, Sharm el Sheij, ciudad balnearia a orillas del mar Rojo. La renuncia se produjo gracias a una revolución que ha causado unos 300 muertos y miles de heridos. Y todavía están en la cárcel miles de detenidos durante las protestas.
Al conocerse la dimisión, las calles de El Cairo se inundaron de una euforia generalizada cuando se supo que, por fin, Mubarak abandonaba el poder y lo cedía a los militares, que se habían ganado el apoyo y simpatía de los egipcios. En ese momento lo importante para todos era celebrar la victoria, llorar, cantar, reír. Y en muchas ocasiones, todo a la vez.
El siguiente paso
“Esto es solo el comienzo (...) Tenemos mucho que hacer, hay que crear el país desde cero”, afirmó el premio Nobel de la Paz, Mohamed Elbaradei, una de las figuras de la oposición.
El máximo representante del nuevo régimen, el ministro de Defensa Mohamed Husein Tantaui, recibió una calurosa acogida cuando pasó en automóvil frente al Palacio Presidencial donde miles de egipcios se congregaron, primero para protestar y luego para celebrar.
Tantaui, quien está al mando del consejo supremo de las Fuerzas Armadas, es la nueva cabeza de Egipto, o también llamado número “uno” del país.
Los Hermanos Musulmanes, el grupo de la oposición más importante y el mejor organizado, tardaron en reaccionar, pero cuando lo hicieron recalcaron que la renuncia representa “el comienzo de un largo camino”, dijo su portavoz, Mohamed Mursi.
La oposición egipcia confía en que, a partir de ahora, se abra un proceso en el que participen juntos tanto civiles como militares, y que conduzca a unas elecciones limpias, en un plazo de varios meses o un año, a partir de las cuales se sienten las bases de un nuevo estado egipcio.
No parece que la oposición egipcia tenga prisa para ello. Lo único que quiere, según algunos portavoces, es que se haga bien y se terminen las trampas políticas que han manchado la gestión de Mubarak y que, al final, provocaron su caída.
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