La generosidad del ciclista asesinado John Mauricio Castro al decidir en vida donar sus órganos, llevó salud a otros y sacó a la luz pública el tema de donación de órganos en el país y qué tan apuntados están los ticos.

Según los médicos, no es la falta de donación el principal obstáculo de estas cirugías complejas que pueden llevar salud, esperanza y una nueva oportunidad a quienes los reciben.

Talento hay, experiencia también, entonces ¿qué falta para despegar?

Voluntad, interés y capacidad para aglutinar los esfuerzos individuales de quienes con dedicación y perseverancia siguen haciendo posible los trasplantes en cada hospital nacional.

Con firmeza, cirujanos reconocen que no es la negativa de los parientes a donar órganos cuando la muerte les arrebata a sus seres queridos lo que frena los programas de trasplantes en los hospitales de la Caja Costarricense de Seguro Social, sino la falta de una estructura y logística eficaz en los centros médicos para extraer y mantener los órganos en condiciones idóneas para el donador y el receptor.

Los equipos médicos se enfrentan a la falta de reconocimiento del tiempo extraordinario que estas operaciones implican para cirujanos y todo el personal de apoyo, impericia en el manejo adecuado de los pacientes e incluso hay quienes lo hacen mal, para evitar participar en un trasplante porque ese trabajo no se remunera, ni se destaca.

Tampoco los hospitales comparten entre sí la información de las necesidades de trasplantes de órganos que tienen, datos médicos de los pacientes ni cómo sacar el máximo provecho a los donadores en caso de muertes neurológicas.

Planes, programas y proyectos abundan pero las líneas políticas para unificar esfuerzos, sumar voluntades e inyectar recursos a los trasplantes escasean, así como las iniciativas para ordenar la donación de órganos mediante la renovación de la cédula o la licencia pero con resultados estériles.