Grettel Ortega, una embarazada en sus últimas semanas, esperó ayer dos horas y media en las afueras del hospital Calderón Guardia con el fin de entregar una receta para obtener unas pastillas.
Pese a su condición y a que algunos usuarios pidieron que la ubicaran en una fila preferencial, no hubo prioridad para ella ni para los adultos mayores.
“Son horas y aquí no me atienden. No pasan a nadie. Me duelen los pies y a ellos tan siquiera les interesa”, manifestó la mujer.
La fila para ingresar a la farmacia se extendía a lo largo de toda la rampa que se localiza a un costado de la plazoleta del centro médico.
Los guardas tenían la orden de ingresar a los pacientes en bloques de 10 para el despacho de medicamentos, pues en horas de la mañana la farmacia funcionaba a media máquina.
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