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La noticia del fallecimiento de Dennis Marshall, impactó en Limón y creo que en todo el país.
Gente que no conocía al joven jugador, pero que es aficionada al fútbol, vio a Marshall defendiendo los colores de la Selección y no podía salir del asombro.
Yo quedé boquiabierto cuando me enteré, pensando unos segundos que no era cierto y con el perdón de don Dennis y su familia, pregunté: ¿falleció el papá de Marshall? y la respuesta que me dieron fue: no, murió Dennis, el jugador.
No lo creía, como seguro usted tampoco daba crédito a la noticia, pero las personas que me hablaron o escuché hablar, decían: es lamentable lo que pasó, es una pena. Por su humildad, sencilla y entrega en la cancha, Dennis dejó un enorme vacío.
No era un futbolista técnicamente muy dotado, pero se partía el alma en el terreno de juego. Metía “pata” y cuando debía reventar, lo hacía sin miramientos.
“Recuerda en la Copa de Oro, ante Honduras, cómo dos veces salvó a la Selección del gol catracho”, me dijo un señor, como buscando una explicación a la partida de Dennis. “Fue de lo mejorcito en la “Sele”, me repitió y sí es cierto. Desde la Copa, el limonense destacó en la parte baja.
Dennis era callado, pero atento y amable cuando se le pedía una entrevista, no hacía malas caras.
“¿Usted lo conoció?”, me preguntó un señor; claro, fue mi respuesta inmediata, a lo que en la conversación el hombre añadió: “la Selección lo va a extrañar”.
Claro que lo extrañará, como lo extraña Limón, su familia y amigos. Adiós Dennis, paz a sus restos y a los de su esposa; y fortaleza y tranquilidad a sus allegados, quienes deben estar orgullosos, porque se notaba que Dennis era una noble persona y en la cancha fue todo un profesional.