Tengo 17 años y mi novio tiene 22. Estoy histérica, furiosa, pues él le enseñó a sus amigos una foto mía en ropa interior y ellos se rieron. Me siento ofendida.
Cada vez más son los jóvenes que en un momento de excitación se involucran en la aventura de captar sus imágenes semidesnudas para provocar a sus parejas y así promocionarse con sus cuerpos, para obtener un poco de aceptación. Esos juegos no tendrían nada de malo dentro de una relación, seria, estable a nivel emocional con compromiso y con alguien en quien en verdad se pueda confiar, como es el caso de un matrimonio maduro. Pero en personas impulsivas o que busquen autoconfirmarse por tener baja su autoestima, estas imágenes las pueden usar mal para alardear con otros, jugar de muy poderosos como conquistadores, chantajear emocional o económicamente al otro. Él ni nadie tiene el derecho de desvalorizarla o exponerla públicamente ante otros eso es una agresión penalizada en el código penal de nuestro país, tanto para adultos como para menores de edad. Recupere sus fotos, aprenda la lección y termine con esa relación, incluso puede demandarlo, es su derecho.
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A mi hija de tercer grado de la escuela le diagnosticaron falta de concentración y dificultades de aprendizaje. Ya la maestra le diseñó un plan de acatamiento de límites, pero veo que ella no reacciona bien.
Creo que su hija podría estar sintiéndose cansada de estar bajo la mira o no dando la talla de la expectativa adulta, con ese modelo tradicional de cambio de conducta o reforzamiento. Puede ser que ella aprenda y trabaje mejor estimulando en lo que ella es hábil, con juegos divertidos o ejercicios diarios para la atención concentración como retos emocionantes, pero sin frustrarse.
