Ese día, Rosmary Campos Campos cumplía 32 años y planeaba regresar temprano para celebrar en familia. Su esposo y dos hijas, de 6 y 8 años, la esperaban.
Pero volvió casi un mes después a su hogar, llena de heridas, con varios yesos y en silla de ruedas.
“Perdí una parte de mi vida en ese accidente. Tuve que renunciar al trabajo y ahora no puedo caminar bien. De pronto lloro y tengo pesadillas”, afirma. Campos quedó prensada en el asiento y estuvo varios segundos debajo del agua. “Cuando pude moverme, acomodé a una vecina. Se murió en mis brazos”, relata temblando.