Es un dolor persistente, las 24 horas y no se lo quita ningún medicamento.
Cristian Arias Rojas lleva casi dos años sin trabajar. Era peón de construcción, “de los empunchados”, según dice, pero todo cambió para él la mañana del 22 de octubre del 2009, cuando el bus del pueblo cayó al río con todo y puente colgante. “Me corté el pómulo y la nariz con unos vidrios y sufrí un gran golpe. El dolor no se me quita y así es imposible pulsearla como antes”, exclama acongojado y pensativo. Espera ganar el juicio para “ver si nos dan algo y seguir adelante”.