Noticias del día
Domingo 18 de septiembre de 2011, Costa Rica

17-09-11

El evangelio de hoy

Álvaro Sáenz Zúñiga, Presbítero

saenz@liturgo.org.

Jesús nos llama a trabajar para él, no importa a qué hora empecemos.

Hoy el Señor nos ofrece trabajo. Ha salido a buscarnos. Nos indica qué quiere que hagamos y tranza la paga.

Como que la finca del Señor no es conocida ni se sabe que está en cosecha. Los jornaleros esperan en la plaza a ser contratados. Y el Señor acude varias veces, incluso cuando el día ya termina. Como todavía hay gente sin trabajo, los contrata.

La vida es, pues, como una jornada de trabajo en la que Dios nos llama a trabajar para Él. Si lo hacemos, recibiremos el justo pago. El trabajo es muy importante: construiremos el reino de Dios, trabajaremos duro, pero la recompensa es la vida eterna.

Ahora bien, en el viñedo del Señor no caben presunciones ni tratos preferenciales. El Señor paga el trabajo sin preocuparle a qué hora empezamos; solo quiere que trabajemos.

Y cuando llega la hora de la paga, sorpresa, es igual para todos. Lo mismo recibe el que trabajó más tiempo que el que llegó de último. Y los que trabajaron más horas, que pensaron que acaso obtendrían beneficios extra, se equivocaron. Se les paga lo mismo. Ante la protesta el Señor dice: “no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario?” Él hace lo que quiere con lo suyo; prometió paga y la da.

Si el pueblo de Israel llegó de primero, los pueblos paganos vinimos tarde. Ellos quizá han trabajado mucho y nosotros llegamos a última hora. Pero no importa. El Señor quiere trabajadores. Él llama y sigue llamando, y paga lo que prometió.

También pasa que hay gente que ha vivido siempre en Cristo. Y hay quienes se convirtieron a media vida, o al final. Es lo mismo. Urge responder al Señor. Se me juzgará por mi decisión al final de mi vida. Pero, ¿cuándo empezará mi final? En este instante.

Dios quiere que le ayudemos y nos garantiza el pago. Aceptemos su propuesta y trabajemos por el Reino.