Cosas de la vida

Ana Coralia Fernández Arias

Periodista

ana.fernandez@aldia.co.cr

Aunque yo en vestido de baño bien podría ser comparada con un Big Mac (se me sale toda la carne al centro), y en vestido de noche con la ballena de Free Willy, el lunes por la noche se me subió la autoestima. Al día siguiente, caminé por la pasarela que formaba le zaguán entre mi dormitorio y la cocina como toda una “Miss”.

¡Vaya orgullo que Johana Solano, Miss Costa Rica 2011, haya quedado entre la diez más hermosas del mundo!

En sesenta años de concurso, solo dos ticas han llegado tan cerca, no digamos de la corona y de las flores, pero sí del nivel de las otras concursantes que han hecho historia en el certamen.

Si bien es cierto mis medidas distan muchísimo de las de Johana y no sé cuántas paisanas más se parecen más a mí que ella, lo cierto es que sí nos sentimos representadas en su simpatía, en su sencillez, en su naturalidad, en su sonrisa espontánea y a flor de piel.

Las ticas nunca hemos necesitado un concurso para destacarnos, pues lo hacemos en lo cotidiano, sacando familias adelante, trabajando duro por darles pan, cuadernos y amor a nuestros hijos, cultivando la esperanza de un hoy mejor, para esperar un mañana justo, equitativo y digno para nuestras hijas o simplemente tratando de ser mejores personas y mujeres por nosotras mismas. Esa es nuestra mejor corona, nuestro mejor diploma.

Pero, si hay una Johana o muchas, que se encargan de gritarlo al mundo entero en una vitrina inmensa, ¡Mejor que mejor! Ya sabíamos que estábamos entre las más hermosas. Johana se encargó de confirmarlo con voz clara y presente siendo solo ella misma.