Vivir Hoy
Lunes 26 de septiembre de 2011, Costa Rica

Trastornos alimenticios: menores cada vez son más influenciados por la exigencia de la sociedad

Niños sobre la balanza

Neyssa Calvo Achoy

ncalvo@aldia.co.cr

Aunque parezca increíble cada vez son más los niños que son víctimas de la anorexia.

Se trata de un trastorno alimenticio que conlleva a un deseo descontrolado e irracional por bajar de peso, lo que produce una interrupción del apetito y de la ingesta calórica diaria, comentó la psicóloga Sarita Álvarez.

Son víctimas de este mal porque sienten la exigencia del medio social de encajar en grupos de iguales y de no ser blanco de burlas y ofensas por como creen verse ante los ojos de los demás, añadió Álvarez.

¿Quienes están en riesgo? En opinión, de la psicóloga Patricia Odio los chicos, en especial las niñas por la presión social que tienen de verse delgadas y aquellos que son obsesivos y perfeccionistas en todo lo que hacen.

No hay que olvidar que existen factores como enfrentar un fracaso, cambios drásticos y los conflictos entre padres provocan el descontrol.

“De alguna manera cuando ven a sus papás pelear desvían con su mal el conflicto hacia ellos a nivel inconsciente”, dijo Odio que ha notado un incremento en el número de niños en edad escolar que piden un auxilio.

Señales que delatan

Al igual que sucede con los adultos los pequeños pueden reflejar su trastorno alimentario con cambios emocionales. Algunos suelen esconder comida o mentir al decir no tener hambre.

Entre los síntomas más significativos y visibles en los niños se encuentran la rápida pérdida de peso, temor intenso a subir de peso, decir y sentirse gordo.

“Algunos caen en la depresión, ansiedad e irritabilidad ”, destacó Álvarez y enfatizó que por ello los padres deben estar alertas ante cualquier síntoma.

¿Qué hacer?

Si detecta algún síntoma busque ayuda profesional y converse en familia del tema.

Los pacientes necesitan un tratamiento integral con acompañamiento de nutricionista y psicológico.

Busque apoyo en la escuela, no lo obligue a comer, piense que está enfermo y no descarte que hay males que pueden provocar inapetencia.