Deportes
Domingo 10 de julio de 2011, San José, Costa Rica
Pasión por el deporte

Una copa a ritmo de tango

Noche a punta de ronquidos

Milton Montenegro, enviado especial

mimontenegro@aldia.co.cr

Les conté que los vuelos internos se suspendieron en Buenos Aires, por eso viajé de Salta a Córdoba en autobús.

Fue un recorrido de 12 horas.

Un trayecto donde fue complicado dormir, pese a que el bus con sus asientos reclinables, convertidos casi en camas, son bastante cómodos.

Pero no más transcurridas unas dos horas de viaje, comenzó aquello que no sé cómo llamar. Parecía que me encontraba dentro de un aserradero, alguien empezó a roncar y hacía un ruido espantoso. Intenté dar con el padre de la criatura, con el hombre que parecía estar ahogándose, pero con las luces apagadas y el bus en movimiento, casi le caigo en los regazos al “gordito” que dormía con la boca abierta. ¿Será este el del ronquido?, me pregunté. Pero no, el hombre se soltó con un ronquido, que parecía tráiler bajando el Cerro de la Muerte, en una pura compresión.

Hasta burbujas hacía el individuo, una vez que se le escuchaba fortísimo: “brrbrrbrr”.

¡Y ni qué decir de aquel a quien le faltaba el aire! Me asusté. Parecía que ya ese daba el paso al más allá, pero cuando el oxígeno le regresaba y lo soltaba, daba la impresión de ser el tren de Heredia, pasando por Santa Rosa de Santo Domingo.

No pude más. Debí seguir en mi asiento. Intenté pegar las pestañas, pero el concierto continuó, esta vez con un cristiano, quien al terminar de roncar, parecía cafetera con el agua hirviendo porque sonaba algo así: “pí...pípípí”. Y yo seguro me veía como un tonto, me reía solo porque ese ronquido parecía al de Curly el de los Tres Chiflados. ¿Lo recuerdan?

Para colmo de males cuando ya estaba por dormir algo, me despertaron para que comiera un emparedado, que no tenía nada, era comer pan con pan y ni un vaso de agua dieron.

Quienes roncaban, no comieron, volvieron a dormir, perdón a roncar y continuó el escándalo. Aquello era como olla de tamales hirviendo.

Me dije: me duermo o me duermo. Me esforcé, dormí, pero un sonido horrible me despertó: mi propio ronquido.