Roxana Zúñiga Quesada
Periodista
ropazu@racsa.co.cr

Nadie habla de otra cosa.

Fue como si el presidente Óscar Arias se casara de súbito con una ministra o una diputada de oposición.

Fue como si Rodrigo Kenton llamara solo a jugadores sub 21 para el compromiso contra El Salvador.

Fue como si un integrante del Consejo Episcopal renunciara a sus hábitos para dedicarse a la música rock.

Fue como si bajaran a la mitad los costos de la comida y los combustibles.

Nadie habla de otra cosa. El precio del dólar olvidó tomar sus medicinas y se volvió loco, loco, loco… tanto que creció 18 colones en un día y obligó a trasnochar al Banco Central.

Fue un huracán verde que requirió una respuesta urgente: el tipo de compra se fue al Polo Norte, es decir, quedó congelado indefinidamente en los 500 colones por divisa, mientras el tipo de venta es de 555,37 colones, con un incremento de 6 céntimos por día hábil.

Si pasa de allí, Papá Central intervendría para poner orden en casa.

Esta moneda se convierte así en otra fuente de desvelo para los costarricenses, quienes las últimas semanas han estado con dolor de mandíbula por las facturas de los combustibles.

Con este panorama económico sería bueno que los editores de cuentos cambien el de la Hormiguita coqueta que se encontró 5 colones y no sabía qué hacer con tanto dinero.

Porque, francamente, dan ganas de agarrarse a coscos.