Roxana Zúñiga Quesada, periodista
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Pitágoras (a quien la tradición histórica llama “el padre de las matemáticas”) estaba muy afanado. A su alrededor había cientos de hojas con números y cálculos.

El genio de la ciencia del pensar no comía ni dormía; paseaba por la casa, más inquieto que pareja en espera de la prueba de embarazo.

Un asustado discípulo, al verlo en aquella excitación, le preguntó por la causa de su desazón. Tengo –le contestó el maestro– el mayor de los desafíos: entender los mecanismos de precios de los combustibles en Costa Rica.

¿Por qué, cuando el petróleo empezó a subir los incrementos en los carburantes se aprobaban y salían en La Gaceta con la celeridad de una gacela perseguida por una leona en dieta? Y ahora, que el negro recurso natural baja, los descensos en los costos para el consumidor se producen con la lentitud de una tortuga operada de los meniscos.

Lo mismitico, señor Pitágoras, nos preguntamos los costarricenses y eso que no tenemos ni dos de sus neuronas. Las cacareadas rebajas tardan más que ley en la Asamblea.

Se anuncia la disminución de tarifas de bus a mediados de diciembre, más de un mes y medio después del desplome de los barriles.

¿Y las instituciones que deberían defender al público? Están jugando amigo invisible o adornando el árbol de Navidad.

¿Y todos nosotros, qué hacemos para exigir los derechos? Don Pepe nos bautizó: pueblo domesticado.