Antonio Alfaro, periodista
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Se hundieron el barco y el sillón. Se inundó la sala, naufragó la programación de la televisión nacional con la transmisión ¡una vez más! del “Titanic”, en el espacio estelar del domingo pasado.

Puede alguien decirme ¿cuántas veces se ha hundido en las pantallas de canal 6 y canal 7? ¿Cinco veces? ¿Diez? A lo mejor, en una de tantas, logra esquivar el témpano de hielo, no se hunde, ni se muere Jack (Leonardo DiCaprio), ¡si acaso no lo mata Rose! (Kate Elizabeth Winslet) en nuevos encuentros furtivos en el garaje del enorme barco, impedidos por la tragedia.

Ubicada este año sexta entre las 10 mejores películas épicas en la historia del cine estadounidense, según clasificación del Instituto Norteamericano de Cine, “Titanic” (1997) tiene su encanto, pero no da para tanto.

Hasta en el fútbol sonó de fondo su inconfundible canción, mientras jugaban la Liga y Herediano. Solo faltó que los jugadores celebraran el gol abrazados al estilo de Jack y Rose en la proa del transatlántico.

A toque de control remoto, estaba Harry Potter, apetecido por muchos niños, pero sin magia suficiente para salvar la naufragante programación nacional llena de enlatados y telenovelas, rescatada apenas por algunos noticieros.

Empiezo a sospechar lo que muchos dan por un hecho: se trata de la mejor estrategia para obligar a los hogares costarricenses a pagar televisión por cable. Sigan así. Lo van a lograr.