Edgar Fonseca
Rondamos la debacle la noche del miércoles en el Saprissa. Hasta ese bendito minuto 68…
Chispazo del “Zorro”. Gol del “Paté”. El estadio y el país respiraron cuando ya olía a funeral.
El penoso desempeño de la selección mayor de fútbol ante México y El Salvador, impone reflexionar sobre su pretendida asistencia al Mundial de Sudáfrica.
El espejismo del segundo puesto, momentáneo, en la tabla clasificatoria, no debe engañar. Debe dar paso a una urgente y profunda revisión del proceso que sigue la Tricolor, empezando por su dirección técnica.
Ante México, con una de sus peores selecciones, nos derrotó un supremo complejo de inferioridad. Honduras sí supo desnudar a los mexicanos. De paso nos dejó al desnudo.
Setenta y dos horas después frente a El Salvador, laborioso y ordenado, el equipo tico volvió a encallar.
…Hasta ese bendito minuto 68. Reclamado por la afición, “El Zorro” entró, fogoneó y “Paté” cuajó, perfecto.
Pero nada más. Luego a comernos lo que quedaba de uñas, para que los cuscatlecos no nos desgarraran con un susto agónico.
La propuesta tica en la cancha, en estos dos choques eliminatorios, ha sumado en desconcierto.
La noche del miércoles se dio un milagro. En el templo Azteca no.
Dicho sea todo lo anterior por respeto a una noble afición que no merece tanto susto, vergüenza y frustración.
Sudáfrica está bien lejos. ¿Tendremos voluntad de rectificar?
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