Erick Carvajal M.
ecarvajal@aldia.co.cr

Playa Jaco.- Las risas de Adrián Aguilar, de cinco años, vecino de Moravia, se escuchaban más que las olas que rompían en la playa ayer, en Jacó. Junto a su familia disfrutaba de un juego que inventaron, llamado “pinball de playa” y que él iba ganando.

La familia del pequeño Adrián era una más de las decenas que fueron a las playas del Pacífico Central para disfrutar de los últimos días de descanso de la Semana Santa y que regresarán mañana a la rutina de las clases y el trabajo.

“La estamos pasando muy bien, en familia. Siempre venimos a Jacó por la cercanía y la verdad, tiene todos los servicios, cosa que no ofrecen otras playas”, comentó Marvin Alpízar, abuelo de Adrián y vecino de Calle Blancos.

El escenario de Jacó era el mismo que se vivía en playa Herradura y playa Hermosa: familias disfrutando de las olas y del sol.

Jacó es más cerca

Aquí se puede conseguir de todo, y eso hace de Jacó una de las playas más populares del país.

Las personas la siguen visitando, a pesar de que el Laboratorio de Aguas de Acueductos y Alcantarillados (AyA) no le otorgó la bandera azul ecológica, en febrero pasado, por la contaminación que los ríos llevan al mar.

“No hay tantas personas como en años anteriores y tal vez por eso es que se han presentado menos emergencias acuáticas”, comentó ayer Franklin Fallas, cruzrojista de Desamparados, quien está apoyando al comité de la Cruz Roja de Jacó en estos días.

Sin embargo, la cercanía sigue siendo un factor decisivo.

Para Alexánder Solano, vecino de San José, las poco menos de dos horas que se dura de la capital hasta Jacó es la clave.

“Venimos una vez al mes y es porque es muy cerca y hay de todo”, dijo.

A lo largo de esta playa, cientos de personas disfrutaban bañándose en sus aguas o esperaban poder conseguir ese color caramelo que se produce combinando bronceador y sol.

Otros, a más de 36 grados de temperatura, estaban en la sombra de una palmera o de su tienda de campaña.

“Es la primera vez que venimos a Jacó y la primera vez que acampamos”, afirmó Nuria Solís, vecina de San Carlos, quien decidió instalarse al pie de una de las megatorres de apartamentos que hay en esta playa. “Nos vinimos con cocina y todo, y la hemos pasado muy bien”, dijo Solís.

Fiesta de tiendas

El mejor termómetro para medir la cantidad de turistas que van a inundar el Pacífico Central es Orotina.

Allí, a un lado de las famosas fruteras, cientos de carros, autobuses y busetas estaban parqueados, a las 7 a.m., desayunando.

A la par de las frutas muchos disfrutaron de un delicioso pinto con huevo y natilla y se prepararon para venir a disfrutar de la playa.

Playa Herradura es lo que se podría decir un campamento a cielo abierto. Aquí se pueden encontrar tiendas de todos los colores, estilos y tamaños.

“Tenemos cuatro días de estar por aquí y esta playa es muy tranquila”, comentó Carlos Segura, quien hacía un hueco en la playa, con una pala, para formar una especie de piscina para sus hijos.

“Ellos lo disfrutan mucho y eso es lo que importa”, manifestó Segura, quien es vecino del populoso cantón de Desamparados.

Cerca de ellos, la familia de William Gómez, vecino de Desamparados de Alajuela, arrancaba con la primera “mejenga” del día, en medio de ¡pásela! y ¡aquí!, ¡aquí! Los marcos eran dos montañas de arena y algunos, más jugados, usaban una media en el pie para tener mejor agarre.

En playa Herradura, ya no había un solo espacio disponible para una tienda más. Varios amigos de Atenas ubicaron más de cinco tiendas, una seguida de la otra. Era como un fortín.

Allí, a las 9 a.m., empezaron a hacer fuego para calentar el pollo del almuerzo. “Llegamos el jueves y la hemos pasado muy bien”, expresó Gerardo Arce, quien era el encargo de la cocina.

Otros, como Santos Jiménez y su familia, que son vecinos de Alajuelita, aprovecharon las ramas de un árbol caído para instalarse y protegerse del sol.

“Nos vamos hoy (ayer) en la tarde, pero la idea es poder sacar un poco del estrés que se vive en San José”, manifestó Jiménez.

Orlando Grosso, técnico en emergencias médicas de la Cruz Roja y quien vigilaba ayer playa Herradura, dijo que la semana había transcurrido de forma normal y solo habían atendido algunos casos médicos.

“En general, la gente tiene más conciencia del peligro del mar”, comentó.

Nico Dudos es un francés de 23 años que tiene dos semanas de hacer esculturas en Jacó. Desde las famosas pirámides de Egipto hasta la representación de Jesús en la cruz. Esto forma parte de las obras que hace en Jacó.

Según cuenta, es estudiante de ecología en Francia y viaja por América Latina, como parte de una aventura de su vida.

Consiguió un tiquete que lo llevó hasta Venezuela y de allí se vino a Costa Rica, prácticamente pidiendo aventones y usando diversos medios de transporte. “Es una aventura increíble. Fui a Venezuela porque era el tiquete más barato que se podía conseguir desde Francia”, dijo.

En la playa, además de las pirámides, hay delfines, tortugas y hasta serpientes.

Según Dudos, tiene facilidad para hacer las esculturas por el conocimiento que obtuvo de sus estudios en ecología. “Me falta un año para terminar de estudiar, pero no pude porque no tenía dinero”, agregó Dudos, quien espera estar por varios días más en el país.

Marvin Alpízar, vecino de Calle Blancos, inventó un juego para su nieto Adrián Aguilar, de tan solo cinco años. Le puso: “pinball de playa”. Con eso logró que toda su familia pasara un momento de mucha diversión.

Alpízar hizo tres huecos en la arena y luego dibujó una raya como a unos dos metros. Desde allí, los jugadores deben meter una bola en cada uno de los huecos, pero deben sortear un palo que está en el centro. “Lo del palo fue para darle un grado de dificultad y la verdad es que nos reímos mucho”, dijo Alpízar.

Además, cerca de los huevos hicieron montañas de arena para que la bola pueda rebotar y entre en alguno de los huecos. El ganador es el primero que meta la bola en los tres hoyos.

Alpízar manifestó que lo hizo como una forma de pasarla bien con su familia.

El que la estaba pasando mejor era el pequeño Adrián, quien, además, iba adelante en el marcador y cada vez que metía la bola bailaba samba al mejor estilo de Celso Borges.