MSc. Margarita Murillo Gamboa
mmurillo@emailcr.com

Es increíble los cambios y las inquietudes que se viven en la adolescencia pero lo son aún más lo que se va suscitando entre los 25 y los 35 años.

Solo para mencionarles lo que la teoría sexual establece sabemos que tanto los hombres como las mujeres están en una fase afectiva. Eso significa que hay un reclamo por una relación que tenga un valor afectivo.

Hay una mayor sensibilidad al sentido moral, una mayor armonía sexual entre ambos. Mayor capacidad de vivir la amistad pero, vale resaltar que, en esta época, hay una sensación de vacío afectivo y eso significa que todo aquello que no se ha decidido resolver, sanar, perdonar, aceptar u olvidar será “cobrado” durante estos años.

Si se pone un poco de atención notaremos que estos años son los años de formar y establecer una pareja permanente, establecer una familia y criar niños.

El conflicto está en que se puede caer en un tiempo de reclamos que, si vemos profunda y honestamente, estos reclamos van dirigidos de una forma indirecta contra sí mismos.

A qué me refiero, mucho de lo que nos fastidia del cónyuge, si observamos en lo interno de nuestro ser, tiene su origen en un malestar desde profundo de nuestros propios defectos o situaciones sin resolver de nuestra historia personal.

Casualmente, establecer y fortalecer una pareja en esta época es de las situaciones más difíciles de lograr. Casualmente, en los primeros cinco años de vida de pareja, se dan la mayoría de los divorcios.

Esto establece que si no hay suficiente calidad de tiempo para auto-conocerse (errores y debilidades), la relación de pareja se construye sobre nuestras carencias y no sobre nuestras fortalezas.