Erick Carvajal M.
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José David Arias, de seis años, no sabe qué es un héroe, pero si sabe que lo que hizo aquel 7 de junio del año pasado, le salvó la vida a su familia, en las Vueltas de Pelón, una zona montañosa en Santiago de Puriscal.

Herido y sangrando por el cuello, con un fuerte golpe en la cabeza, tras caer el carro en que viajaba con sus padres y hermano en un precipicio de 150 metros, subió la pendiente para pedir ayuda. Y lo logró.

Por ese acto heroico, el Ministerio de Cultura le otorgó el Premio al Mérito Civil, uno de los Premios Nacionales anunciados anteayer por la ministra del ramo, María Elena Carballo.

Caminó sangrando

La familia salió de Cristo Rey a las 8 a.m., el día del accidente. Iban para una fiesta de quinceaños, y una hora después ocurrió lo inesperado.

“Mi esposo sufrió un ataque epiléptico. Traté de maniobrar el volante, pero no pude. Él, por la rigidez del ataque, apretó el acelerador y el carro salió volando”, explicó la madre de José David.

Todos salieron expulsados del carro y nadie podía caminar por las heridas en las piernas.

“Mi esposo vio a José David caminando, le dijo que subiera recto. Cuando este llego arriba, lo escuché llorando y le dije que siguiera, que buscara ayuda”, comentó.

En ese momento, iba pasando un motociclista por el lugar y vio al pequeño ensangrentado, a un lado del camino y escuchó los gritos que salían del precipicio.

El hombre, que nadie sabe hasta ahora quién es, avisó al dueño del restaurante La Aldea, situado a unos 400 metros de donde ocurrió el accidente.

Alex Chaves, propietario del local, se montó en su cuadraciclo y llegó hasta el sitio.

José David estaba sentado a un lado del camino, y cuando vio llegar a Chaves, se desmayó.

“Después de eso, pasó un vehículo y las personas que iban allí bajaron hasta donde estaban los heridos para saber cuál era su condición. Entonces, subí rápido un cerro para tener señal de celular y pedir ayuda”, contó ayer Chaves.

Ahora, ocho meses después, todos aseguran que lo ocurrido en Las Vueltas de Pelón fue un verdadero milagro.

José David es alegre, tímido e inteligente. Vive en Cristo Rey de Puriscal, junto con sus padres Edwin Arias, María Isabel Madrigal y su hermano, Josúe Geovanny, de 10 años.

Le encanta el fútbol. Su equipo es la Liga Deportiva Alajuelense, y admira a Wardy Alfaro.

También le gustan los juegos de video; su preferido es el de la FIFA. Maneja la computadora sin que nadie le hubiera enseñado nada y sabe contar hasta 100.

“Me costó mucho caminar, fue difícil”, fueron las únicas palabras que dijo sobre el accidente.

Desde que ocurrió el suceso, nadie, ni siquiera su madre, ha podido sacarle unas palabras. Saber qué piensa o qué siente.

Su vida transcurre en este pequeño pueblo, rodeado de montañas y con una cancha de fútbol. Él no necesita más para vivir tranquilo y divertirse.

Familia da gracias a Dios

Alex Chaves muestra el sitio del accidente. Alexánder Otárola.

La familia de José David es oriunda de Cristo Rey de Puriscal. Allí, tienen una pequeña tienda, la cual era atendida por su padre, Edwin Arias, antes del accidente. Ahora, las riendas del negocio las tomó la madre, María Isabel Madrigal, debido a que su esposo todavía no se repone de un problema en las piernas.

“Se quebró las piernas en varias partes; yo tuve una fractura en la pelvis, estuvimos varias semanas en el hospital”, comentó Madrigal.

Esta familia da gracias a Dios de que quedaron con vida y porque les dio una segunda oportunidad. “Es un milagro. Todos los días rezamos el rosario y damos gracias por estar unidos”, explicó Madrigal.

El accidente no solo los unió a ellos, sino a toda la familia. “Uno se da cuenta del valor de los amigos y de los familiares”, dijo Madrigal.