Domingo 8 de febrero de 2009, San José, Costa Rica
Nacionales | V Domingo del Tiempo Ordinario
Jesús es misericordioso
  • AlDia.cr
    Jesús sanó a los enfermos y cura el espíritu de quienes lo necesitan. Es compasivo y misericordioso. Internet.

Álvaro Sáenz Zúñiga, Presbítero
redaccion@aldia.co.cr

Cuando Dios envió a su Hijo al mundo, el Verbo no vino como espíritu invisible y ajeno, sino que tomó nuestra carne para vivir con nosotros, vivir como nosotros. Pero tampoco vino al mundo para ser funcionario, como informante a Dios de las “barbaridades” que hacían los seres humanos. Tampoco vino para asumir la función de auditor (con todo respeto a los profesionales que tienen tan grave carga), ni a revisar lo hecho para censurar nuestras limitaciones. Vino, lleno de compasión, a ejercer el oficio que es la esencia misma de Dios: vivir la misericordia.

Hoy vemos a Jesús dando sus primeros pasos. Estamos apenas en el capítulo 1 de Marcos y Jesús, que acaba de escoger a quienes serán sus primeros apóstoles, a ellos que lo dejan todo para seguirlo, les fortalece la relación con sus familias. Así, lo vemos entrar en casa de Simón Pedro. Le dicen que la suegra está enferma y Jesús se compadece de ella, asumiendo unos gestos muy suyos: se acerca, “toca” la mano de la mujer, cosa que ningún rabino haría por temor a la impureza legal, la levanta de su lecho y la fiebre “huye”. Jesús la libera de la opresión.

Estos signos de Cristo retratan su misión compasiva. Él viene a identificarse con el que sufre, con el pobre y el oprimido. Todos podríamos caber en estas categorías. Todos sufrimos, todos somos pobres, a pesar de las riquezas materiales, todos vivimos la opresión en la vida, a pesar de que podamos hacer constantemente alarde de valentía y empuje. A todos, y especialmente en tiempos de esta crisis que se ha hecho tan notoria, a todos nos puede liberar Jesús, siempre que nos pongamos en sus manos.

Pero también nos llama la atención lo que hace aquella mujer sanada por Jesús. Ella se deja levantar y de inmediato cambia la actitud pasiva que provenía de la enfermedad, por la actividad propia de creyentes: se pone a servir a las visitas, ejerce la virtud de la hospitalidad.

Los demás gestos de Jesús nos impactan: cura a quienes acuden a él, sale de madrugada a rezar, determina y empieza ejecutar un plan de acción que, si bien implica curaciones de sufrientes, debe basarse más en el anuncio del Reino. Así Jesús se nos presenta de cuerpo entero: es compasivo y misericordioso, quiere acercarse a todo aquel que le abra la puerta, porque es portavoz del anuncio de la liberación definitiva del pecado y de la muerte que el Padre nos envía por su medio.

Decía Santa Teresa que en tiempos de crisis no se toman decisiones. La única que podemos tomar certeramente es la de abrir las puertas a Cristo para que nos sane y nos dé la salvación. El nos levantaría de la postración en que vivimos y nosotros podríamos servir a los demás.

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