Alejandro Arley Vargas
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Ahorrar todo lo que se pueda y gastar plata en las prioridades familiares, son las principales estrategias que tienen los ticos para ponerle el pecho a la crisis económica que afecta al país.

Cada quien “mata las pulgas” como mejor le parece, pero las personas consultadas por Al Día en el mercado central de San José coinciden en una cosa: la situación no está para excesos y hay que olvidarse de algunos lujos.

Henry Durán, ingeniero en sistemas que trabaja en el Banco de Costa Rica, comentó que su familia no puede quejarse de efectos negativos de la crisis. Su esposa, Glenda Parra, es contadora y trabaja desde el hogar.

“Ella ha ahorrado con el celular, y por ahora no tenemos carro. Tenemos un préstamo para la casa, pero lo manejamos de forma muy ordenada”, dijo Durán.

Pero ¿qué pasaría si solo uno de los dos esposos trabajara?

“Nuestros dos hijos no estarían en una escuela privada, no iríamos al cine ni a comer pizza, por ejemplo”, añadió Henry.

Lo malo y lo bueno

Luis Vargas es el propietario del tramo La Esquinita. La crisis le ha dejado preocupaciones y, aunque suene raro, también cosas muy positivas.

“Como la gente no quiere gastar, busca lugares como el mercado central que es más barato. Por eso no nos ha ido mal”, dijo el comerciante.

Vargas admitió que, como efecto de la crisis, el precio de las verduras ha subido.

En el seno de su familia, hubo que apretar la faja. Don Luis tiene dos hijos universitarios; uno estudia Ingeniería en Producción Industrial en la UCR y el otro Periodismo en un centro privado.

“Cancelamos las deudas para dejar de pagar intereses e hicimos un plan de gastos prioritarios. Si antes paseábamos dos veces al año, ahora será una vez”, expresó Vargas.

El vendedor de lotería José Ángel Zúñiga tiene una visión muy diferente de las cosas.

“No me gusta hablar de la crisis, me gusta más hablar de trabajo”, dijo sonriente.

Las prioridades de Zúñiga son pagar puntualmente el alquiler de la casa y, por la época, comprar los útiles de sus hijos.

“Los cuadernos y los uniformes ya los tengo”, contó.

Al vendedor le preocupa que las tarifas de autobús y la gasolina no bajen de precio si el petróleo sí lo hace.

Pilar Barrientos, propietaria de la soda Puntarenas en el mercado, expresó que tiene cuatro empleadas a tiempo completo, pero las próximas las contratará medio tiempo como una medida de ahorro.

“No nos va mal, las ventas se mantienen bien, pero las materias primas como la harina, la leche, el queso, la carne y el pollo han subido mucho”, dijo la comerciante.