Rodolfo Martín
Colaboró: Julio Peña.
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Nicoya. - Un desbordante e incontenible delirio inundó ayer el redondel y probablemente se extendió a todo lo largo de la pampa guanacasteca.
La soberbia presentación que brindaron el toro “El Malacrianza” y su montador Ricardo Gutiérrez, no hizo otra cosa que reivindicar en lo más profundo la monta rústica.
Al mismo tiempo, la locura también se apoderó de los miles de aficionados que desde tempranas horas del día colmaron la barrera y los tablados, al continuar invicto “El Chirriche”, archirrival de “El Malacrianza”.
Si de hacer un resumen se trata, bien cabe el refrán de que ¡muerto el rey, que viva el rey!, pero lo que realmente queda en los corazones guanacastecos es la honra que se le brindó a la monta auténtica.
“El Malacrianza” pudo “jugar” a su antojo, esta vez no hubo capotes, las espuelas fueron corredizas y la salida de la manga fue limpia.
De pie, el público aplaudía, se abrazaban, reían, lloraban y el grito sabanero retador y altanero, se volvió interminable.
“Qué monta… Ricardo Gutiérrez se le sentó a ‘El Malacrianza’ en una buena monta, se llenó de gloria en lomos de ‘El Malacrianza’, linda la monta, buen espectáculo, toro y hombre, hombre y toro al más puro estilo guanacasteco, viva la monta rústica" exclamaba el animador Federico “Lico” Carrillo, mientras tablados y barrera eran una completa locura.
Esta vez, a diferencia del 4 de enero en Zapote, aunque perdió “El Malacrianza” no hubo dolor en sus seguidores porque ayer se entregó a lo máximo y ante un experto montador fuera de serie. Esta vez sí fue una monta limpia.
“El Chirriche” de San Pedro de Santa Cruz, montado por Junior Rosales, una vez más dio muestras de su impresionante brinco y por lo poco que le “aguantó” el montador, en cierta manera quedó debiendo ante cientos de sus seguidores que se perdieron en el descontrol de la euforia.
A las 6:30 p.m., cuando ya todo había acabado, parecía que no había vencidos ni vencedores, con excepción de la monta rústica que fue la gran ganadora de la jornada taurina.
El escenario fue de lujo, gente de todas partes del país llenaron los tablados, algunos llegaron desde tempranas horas del día, que transcurrió lleno de sol, polvo y expectación.
Exhausto, sudoroso, con serias dificultades para respirar y el sudor que le bajaba por el rostro de un niño-joven, Ricardo Gutiérrez de 27 de Abril aún no se la creía, acababa de parar al “El Malacrianza”.
“Aunque me sentía presionado porque la gente no paraba de silbar y de gritarme ‘¡miedo!”, porque yo no pedía puerta, logré controlarme, concentrarme, y fue ahí, creo, que estuvo el éxito de mi presentación”, comento este montador de escasos 21 años y 56 kilos de peso.
Pero el problema no era de Gutiérrez, sino de el toro, que no permitía que le colocaran el pretal y los chupones en los cachos.
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