Ana Coralia Fernández
Periodista
paradigma@racsa.co.cr

Este es un viejo cuento que me trajo el viento. Lo comparto con ustedes porque ilustra muy bien lo que podemos hacer en tiempos de crisis, con creatividad.

Había una vez un burro viejo y un pozo sin agua. El pozo no tenía baranda, así que el burro, que estaba medio ciego, un día tropezó y cayó al fondo.

Por supuesto rebuznó, y, ante la bulla, varias personas del pueblo se acercaron al borde del pozo.

Al verlo allí, abajo, pensaron en varias alternativas para sacarlo, pero no había soga suficientemente larga o resistente para soportar el peso del burro hasta la salida. Mientras tanto, el animal pensaba: “¡Qué dicha! ¡Ya llegó la ayuda! ¡Pronto estaré arriba!”.

Entonces, alguien dijo: “¡Yo he visto muchas veces esto! Ese animal no tiene posibilidad alguna de sobrevivir. Le espera una agonía espantosa de hambre y sed. Lo mejor será que traigamos las palas y le echemos tierra encima hasta cubrirlo todo. Ciertamente morirá aterrado, pero por lo menos acortaremos su sufrimiento”. Así lo hicieron.

Desde arriba se veía a mucha gente sacando tierra y echándola al hueco encima del burro. Desde abajo, el burro empezó a ver que caían paladas de tierra en el fondo.

Entonces, pensó: “Qué buenos. Me están tirando tierra para que yo la endurezca con mis patas y haga peldaños hasta que pueda salir por mis propios medios”. Cuando salió no había nadie. Todos pensaron que estaba bien muerto. Pero él quedó muy agradecido por la gran ayuda que le habían brindado.