Limón. La provincia está en silencio. Pero no calla, su silencio grita. Gritó con el abstencionismo hace cuatro años, el más grande del país, tan solo igualado por el puntarenense.

Gritó también con el voto de los cuatro o cinco ciudadanos –de cada diez– que se acercaron a las urnas, para decir “aún creemos”.

“Tengo que ir a votar”, nos dice una robusta negra sentada tras la mesa repleta de pan bon.

No quiere fotos, ni dar su nombre, pero tiene mucho que decir. Habla de la escuela que no existe en Cieneguita, donde las casas se convierten en aulas y los maestros en misioneros.

Habla de las promesas cada vez más difíciles de creer. De las decepciones con los políticos; de su impotencia también. “Ellos no pueden hacerlo todo”.

Hace cuatro años la provincia con menos votantes le habría dado el triunfo a quien la hubiese conquistado. Fueron 90 mil los que no votaron en una elección definida por 18.169 votos.

Hay quienes le creen más al propio esfuerzo que a los candidatos. “Yo voto por mis pipas”, aseguró el vendedor ambulante Leonel Sanabria.

Hoy votará a ganar: 200 pipas, 80 más que cualquier domingo. Hay quienes, desde afuera, valoran el Caribe. “Es la zona más desprotegida y la más rica culturalmente”, comenta el profesor universitario Alberto Moreno, quien viaja desde San José a pintar murales con alumnos de la UCR.

Ayer parecía un sábado normal y no la víspera de una votación, pero no era un silencio cualquiera, sino uno que habla.

Frío ambiente

Claudia Campbell dice que necesitan distracciones para alejar a los jóvenes de drogas.

Un grupo de alumnos a cargo del profesor Alberto Moreno se dedicaba a pintar murales, ajenos al tema electoral.