Antonio Alfaro, periodista
analfaro@aldia.co.cr

         

“Lo que sea no es respuesta”, lo admito, aunque a veces es la más sincera y hasta justificada.

No pedimos lo que sea si vamos al restaurante, tampoco si buscamos en la tienda un pantalón, mucho menos si se trata de eligir novia, novio, esposa o concubina. “Lo que sea” puede deparar “rata al ajillo”, un pantalón que nos quede más tallado que al travesti de la Bíblica o a ‘Betty La Fea’ con los rulos de doña Florinda. “Lo que sea”, puede deparar más de una sorpresa, como señala la muy atinada campaña que nos invita a la elección de alcaldes el domingo.

La política, sin embargo, a veces nos lleva a la mayor de las resignaciones o la más grande indiferencia, a aceptar lo que nos mande la gracia divina o la desgracia política, casi abandonados a la suerte, sin ganas siquiera de lanzar una moneda al aire o hacer el “tin marín de do pingüé”.

Por algo será que en las últimas elecciones, presentaron un abstencionismo mayor al 76%. Ni tres de cada diez personas se molestó en acercarse a la urna.

Del mejor alcalde hablan las aceras por las que camino, un rato tranquilo en el “pollo” del parque sin temor a los delincuentes, los caños libres de basura, a veces amontonada en cualquier esquina, el fomento de la cultura...

Hoy, como pocas veces, nos piden de nuevo el voto. De acuerdo, hagamos un trato: votamos. Y no nos salgan con “lo que sea” una vez sentados en la alcaldía.