Tibás.- Menuda herencia les dejó Jorge Vergara a los cuatro costarricenses que compraron Saprissa: un estadio maquillado que en su interior luce viejo, descuidado y con señales profundas de deterioro.
La llamada “Cueva del Monstruo” tiene dos caras, una, la visible que incluye la cancha y las diferentes graderías; otra la realidad “oculta” detrás de las cámaras de televisión.
Portones herrumbrados, paredes descuidadas, piso resquebrajado y hasta huecos en partes de las tribunas más altas aparecen como los daños más evidentes en la infraestructura del Ricardo Saprissa Aymá.
Inaugurado el 27 de agosto de 1972 el paso de los años no perdona al recinto tibaseño.
Tirada la vieja cancha sintética
Debajo de la tribuna de sombra oeste está amontonada la vieja cancha sintética, detalle que le da un aspecto de tiradero.
Tras ser sustituida en agosto del año pasado, la alfombra artificial acabó sin uso.
Hoy se encuentra arrinconada y dando un aspecto “tuguriento” al sector oeste.
“Existía un plan de reubicarla en el parqueo anexo pero fueron cuestiones que se manejaron a la distancia, no se concretaron”, explicó Evaristo Coronado, exjugador y actualmente colaborador de la entidad saprissista.
La situación va más allá, pues existe un sector que tiene matices de basurero y funge como lugar ideal para botar escombros.
La imagen deplorable aparece detrás de la gradería norte donde está botado un lote de servicios sanitarios, muy cerca de ahí está la tapia de protección cuyo portón derrocha herrumbre.
Además, sobre los techos de los palcos hay pedazos de madera que acabaron ahí en una especie de basurero clandestino.
También en platea hay butacas despintadas y palcos dañados por dos razones: el transcurrir del tiempo y escaso mantenimiento.
“Al estadio le falta cariño”
Alberto Raven, uno de los empresarios ticos que adquirió el club, reconoció el mal estado del reducto saprissista.
“La cancha está muy bien pero usted ve el resto y le falta mantenimiento, le falta cariño, vamos a ver que hacemos”, declaró.
Y añadió que “en la medida de las posibilidades tenemos que ir, poco a poco, porque las mejoras requieren inversión”.
Raven comentó que cuando él y el grupo Horizonte Morado negoció con Vergara la venta del Saprissa, visitó el estadio Omnilife en Guadalajara construido con la plata del magnate azteca.
“Uno lo compara y el Ricardo Saprissa sí está un poquito descuidado. La familia saprissista merece que las instalaciones se mejoren”, considera.
A futuro, Raven no descartó una remoción total del estadio pero no a mediado plazo.
“Claro que nos gustaría hacer un estadio nuevo, no lo descartamos, pero sería en el momento que las condiciones económicas del Saprissa lo permitan”, dijo.
Desde 2010, el reducto morado es sometido a una serie de mejoras, como en pintura, aunque ello no esconde la realidad del escenario deportivo.
En su momento, Jorge Vergara insinuó que no invertiría un cinco más por un pleito con la Caja Costarricense del Seguro Social. A fin de cuentas dio el brazo a torcer y su administración hizo retoques. No obstante, su ciclo terminó y la brasa está ahora en manos ticas.
El falso nuevo estadio
Un jueves 14 de agosto de 2003, cinco meses después de comprar al Saprissa, Jorge Vergara lanzó una noticia que retumbó en la afición morada.
El Ricardo Saprissa desparecería de San Juan de Tibás y sería construido un estadio nuevo en La Uruca, en un terreno aledaño al Parque Nacional de Diversiones.
“Sería un estadio moderno, techado y con estacionamiento. También tendrá un campo ferial para los festejos de fin de año”, declaró el mexicano en aquel momento.
Cual promesa de candidato presidencial, lo dicho por Vergara no pasó de un anuncio.
La semana anterior el azteca se deshizo del Saprissa y con la venta se esfumó el sueño de los morados de estrenar casa algún día.
Un detalle que contrasta con el club de los amores de Vergara, Chivas Rayadas de Guadalajara, que el año pasado inauguró el estadio Omnilife valorado en $120 millones (¢60 mil millones).
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