Rosibel Rodríguez volvió esta semana al zoológico Simón Bolívar en San José tras muchos años de ausencia. Viajó desde Limón y recordó con nostalgia aquellas visitas, unos 20 años atrás.
Ya no está Kayser, el tigre ni el león Rodolfo, ni Judy, una chimpancé que solía fumar delante de los turistas los cigarros encendidos que éstos le ofrecían. Tampoco está el oso pardo.
Y es que han pasado 95 años desde que aquel zoológico abrió sus puertas. Era el cada día más lejano San José de 1916.
Las nuevas generaciones que lo visitan ya pueden hablar de que sus bisabuelos, conocieron allí animales que nunca antes habían visto.
Según cuenta Rosibel, el parque ha mejorado mucho, principalmente al mostrar la fauna de nuestros bosques: árboles de roble, poró, guanacaste, cocobolo, guarumo, caoba, cristóbal y plantas como las heliconias y orquídeas.
En peligro de extinción
Según explicó Yolanda Matamoros, directora de la Fundación Pro- Zoológicos Fundazoo –que administra el parque–, la mayoría de los animales llegó al parque por decomisos o porque sus dueños los sacaron de su hábitat.
Totó, el tapir, quedó huérfano cuando estaba recién nacido, por mano cazadores furtivos que mataron a su madre. Eso es frecuente en muchos otros especímenes en peligro de extinción.
Gracias a los cuidados veterinarios y alimenticios, sobreviven en el parque y, a la vez, dan a los costarricenses la oportunidad de conocer sus costumbres, hábitat y su alimentación.
Rey enjaulado
Aunque la mayoría de visitantes, procura llevar una visita en orden, de repente los rugidos del león africano rompen la tranquilidad del parque y todos rodean la jaula del llamado del “rey de la selva”.
Kivú está solo desde el pasado 23 de julio. Un día antes de celebrarse el 95 aniversario del zoológico, su pareja, la leona Kariba, murió de cáncer. (Ver nota aparte).
Brutus, un jaguar al que una enfermedad le impidió alcanzar el tamaño normal, es otro de los animales que llama la atención.
Es muy fuerte y huraño, explica Eduardo Bolaños, periodista del zoológico.
Ver tantas especies de aves, mamíferos, peces, reptiles, anfibios y fauna en un solo lugar también facilita la labor de maestros que visitan el parque con sus estudiantes.
En las visitas coordinadas, los biólogos, nutricionistas y veterinarios del parque explican en el aula de talleres educativos, detalles sobre hábitos de los animales y sobre investigaciones que desarrollan sobre ellos.
Aunque la mayoría de visitantes espera los días soleados para ir al zoológico, ubicado en barrio Otoya, al noroeste de San José, la directora explicó que cuando llueve, la mayoría de animales sale a recibir la lluvia y se les nota más alegres.
Gracias a padrinos, donantes y visitantes y el apoyo estatal, esa atracción josefina sigue añosa, pero vigente.
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