Domingo 14 de agosto de 2011, San José, Costa Rica

Edgar Silva y Lidia Loáiciga

De tal palo...tal astilla

Rodolfo Rodríguez y Gabriela Solano

rodolfo.rodriguez@aldia.co.cr

Eternamente flaco. Así definió su misma madre al periodista y presentador Edgar Silva, quien en una ocasión –recuerda ella– le suplicó al médico para que le hiciera exámenes porque a pesar de que era de buen comer (aún lo es) no engordaba.

“Me hizo perder la plata haciendo pruebas en el laboratorio, pero al salir todo normal se le quitó la majadería”, recordó con humor Lidia Loáiciga.

La famosa “teacher” Lidia del Centro Infantil Las Ardillas en Liberia, recordó que a Edgar lo tuvo como alumno en el kinder, en el que tuvo una buena educación llena de valores.

Él por su parte confesó que siempre fue tranquilo y casero porque no le gusta preocupar a su mamá.

“En sétimo año por un olvido me saqué una nota roja en Cívica. Y lloré mucho porque sentía que había defraudado a mi mamá y mi papá”, recordó el extrovertido reportero, quien aseguró que siempre ha buscado que su madre esté feliz del hijo que tiene.

Un lugar especial

Pese a que su llegada a la familia fue de forma inesperada, según la misma Lidia, el destino le permitió recibir la bendición de traer al mundo a su quinto hijo.

“Llenó mi vida en un momento muy triste”, luego de que lamentablemente falleciera su padre y sus otros cuatro hermanos se encontraran estudiando en San José.

“Él fue mi compañía, gracias a Dios todos mis hijos son muy especiales y volcaron todo su amor sobre mí. A menudo me dicen que me quieren, soy una mamá bastante consentida”, citó orgullosa.

Cuando Edgar sale del país la llama varias veces el mismo día recordándole la falta que le hace. Y cuando él visita a su mamá, ella le prepara su buen pinto con huevo y jugo.

“Cuando viene es una alegría tremenda. Niños, jóvenes y adultos se acercan y lo saludan. Lo besan y abrazan, a mí me causa gracia”, dijo su madre, quien resaltó de su pequeño, su amabilidad con la gente.

Además de cariño hacia su hijo, Lidia también recibe uno que otro pedido de un favorcito, desde plata hasta una casa, contó con asombro la “teacher”, como la conocen todos en Liberia.