Para los ticos los aires navideños vienen acompañados de levantines, carrerones y el vacilón que sólo unas corridas a la tica nos pueden dar.
Esta particular tradición es una de las más esperadas de fin de año y ha estado presente en las fiestas decembrinas desde hace más de 100 años, según datos recopilados por el comentarista e investigador taurino Álvaro Zamora.
Según Zamora, en el año 1868 las fiestas se hacían en La Sabana, ahí la gente disfrutaba de carruseles, bailes, chinamos y corridas de toros, que desde entonces se caracterizaron por ser inofensivas para el animal.
En los años 50 las tradicionales fiestas se trasladaron a Plaza González Víquez.
Pero antes anduvieron por el parque Morazán, parque España y en Barrio Vasconia, fue en 1969 cuando las Fiestas Cívicas llegaron a su domicilio actual en Zapote.
Entre los detalles que destaca Zamora, está el poco control que existía en esa época, ya que cualquiera se podía meter al redondel, sin importar su edad o condición física.
“Uno de los recuerdos que muchos deben tener es que se ponía una pila en el centro y un palo encebado que también llamaban ‘vara de la fortuna’, se colocaban premios y los toreros luchaban por alcanzarlos”, comentó Zamora.
Además, muchos hablaban de un famoso toro, “El Batalla” más o menos igual de bravío que “Malacrianza”.
Las corridas se mantuvieron en el redondel de Zapote hasta el 2003 cuando el redondel fue demolido, los dos años siguientes se realizaron corridas en redondeles portátiles, mientras que en el 2006 se trasladaron a La Guácima.
Finalmente el año siguiente se inauguró el actual redondel de toros donde la alegría de los improvisados se ha mantenido en los últimos cuatro años.