La gente ya no resiste más. Las últimas manifestaciones son contra la clase política más que contra los delincuentes, dijo el sociólogo José Carlos Chinchilla.
En la última semana, las comunidades rurales y urbanas de San Ramón de Alajuela, Cariari de Pococí y San Joaquín de Flores, Heredia, decidieron manifestarse públicamente con marchas y vigilias ante una cadena de crímenes, asaltos y violencia.
El común denominador en esos tres lugares fueron los hechos violentos que culminaron con la muerte de personas honradas en manos del hampa.
El pulpero Hugo Jiménez apenas abría su negocio cuando lo mataron en San Ramón. En Cariari asesinaron a un Fernando Mora, recaudador de servicios públicos y al vagonetero José Rafael Cruz. Los vecinos de San Joaquín de Flores aún lloran la muerte de tres mujeres, sin que haya pistas de los asaltantes.
Todo esto, a juicio del sociólogo Chinchilla, lleva a los pueblos a reclamar sus derechos a sectores de la institucionalidad que no les han cumplido.
Sostuvo que hay que quitarle poder a la delincuencia. Dijo que si alguien no puede demostrar de donde procede una riqueza súbita, entonces se le debe quitar, como se hace en otros países.
Con las uñas, pero hacia adelante
El viceministro de Seguridad, Wálter Navarro, participó en la marcha de San Joaquín de Flores, donde les pidieron más presencia policial y más patrullas.
Reconoció que existe un rezago en la contratación de policías y la meta de este gobierno es que cada año hayan 1.000 nuevos.
Además dijo que ya hay trabajos conjuntos con las comunidades para colocar cámaras de video que ayuden en la vigilancia y que optimizan cada policía.
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