Su viaje en bicicleta por Sudamérica duró 20 meses, de mayo del 2009 a diciembre del 2010, pero el aprendizaje logrado es para toda la vida. La abogada y el ingeniero tico que realizaron este largo recorrido coinciden en que el esfuerzo valió la pena.
La idea nació de un sueño que Wagner Calderón Rizo acuñó en el colegio: quería conocer las culturas del Cono Sur.
Años más tarde, cuando iba a entrar a la universidad, vio a un ciclista brasileño en la Plaza de la Cultura en San José y eso potenció el viaje.
El viernes Santo del 2007, él y su compañera sentimental, Laura Ávila Bolaños comenzaron a fraguar su odisea, que cristalizó dos años después.
Lo hicieron en bicicleta para plasmar su lucha en contra de los daños al ambiente. “Es una tracción ‘a sangre’ que no contamina, es más barata, más limpia y más sencilla”, explicó Ávila.
El promedio de recorrido diario fue de siete horas. Llevaban en la bici su tienda de campaña, sus herramientas, la bolsa para dormir y el desafío. El viaje, de 36 mil kilómetros –ida y vuelta–, los llevó a atravesar las fronteras de Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay y Brasil.
Más allá de sus fuerzas
El periplo les ayudó a enfrentar y superar sus propios límites.
Tuvieron que olvidarse de la comodidad de un sofá, de la ducha con agua tibia, del microondas y la televisión, entre otros.
La soledad sentida luego de pedalear hasta tres días sin ver a una sola persona, así como soportar temperaturas de cero grados en zonas de glaciar y de 51 grados centígrados al norte de Argentina, los desgastaron.
A la pareja le llamó la atención, la compañía que los animales les dieron durante el trayecto. Desde el cóndor en Los Andes, perros y hasta un gato flaco, recién nacido, que rescataron de la basura en Brasil, y que aún les acompaña en su casa de Alajuelita, San José.
Constataron que en esos países la falta de agua y deforestación son problemas serios.
También palparon la solidaridad, amistad y bondad de la mayoría de personas que les ayudaron en su titánica travesía dándoles albergue, alimentación, palabras de ánimo y aliento.
Les resultó llamativo que algunas poblaciones en Perú viven tristes, sin esperanzas ni sueños, mientras que en Brasil, en condiciones similares, la actitud marca un cambio y les permite afrontar, con más alegría y con mejor visión de mundo, cada día.
“La bici ya no rueda, pero el viaje sigue”, afirma Laura al preguntarle sobre lo más edificante; “descubrimos que se puede creer en el ser humano, que la gente buena es la mayoría, que las fronteras son algo físico y que a ambos lados de ellas vive gente que sueña con los mismos ideales”.
El sitio www.suramericaencleta.com permite a esta pareja intercambiar experiencias con otros soñadores, así como promover sus metas.
Ahí también muestran diversidad de fotos y entrevistas con medios de comunicación de muchos países visitados.
Curiosidades del trayecto
1. Wagner perdió 23 kilos en los 20 meses de la ruta. Laura se mantuvo en los 58 kilos iniciales.
2. La falta de agua en Bolivia los obligó a permanecer seis días sin bañarse.
3. Cada bicicleta lleva 60 kilos de carga. 20 que pesa el vehículo y 40 del equipaje.
4. En Brasil hubo partes de un calor que provocó hasta ocho pinchonazos en dos días.
5. En la Amazonia, Brasil abordaron un barco durante 16 días, pues es la única vía posible.
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