Horas antes de que abrieran oficialmente las puertas del nuevo estadio de La Sabana, revendedores, encargados de parqueos, empleados de restaurantes de comidas rápidas y público en general calentaron el ambiente en las calles aledañas.
José Madrigal, uno de los revendedores de entradas para el partido entre Costa Rica y China que se encontraba frente al edificio de canal 7, en Sabana oeste, fue de los primeros en llegar.
“Tengo la entradita de sol a ¢20.000 y la de sombra a ¢30.000”, dijo el vendedor.
Recuerdos
Roy Sancho y su hijo Leonel, de 12 años, no asistieron a los actos de inauguración, pero sí aprovecharon para llevarse un recuerdo del coloso.
“Mi papá trabaja en un edificio por aquí cerca y tenía que venir a dejarle unas cosas, pero antes aproveché para tomarle una foto a mi hijo frente al estadio en este día tan especial”, explicó el hombre, quien es vecino de Alajuela.
Otro que madrugó, pero para llegar a trabajar, fue Daniel Morales, quien se vino desde Puntarenas muy temprano.
“Salí desde las 5 a.m. porque nos citaron a las 8 a.m. Me contrataron para trabajar en una venta de pizza”, dijo el puntarenense, quien hacía fila en la entrada del sector oeste.
Los empleados de los parqueos ubicados en Sabana norte también madrugaron.
Desde temprano “chapeaban” los lotes, acomodaban rótulos y organizaban los espacios.
Por un cupo para todo el día en uno de los estacionamientos cobraron ¢10.000.
Pero no todo giró entorno a la inauguración del estadio.
Un grupo de niños de la Escuela de Fútbol Americano de Costa Rica entrenaba al amparo del coloso, en el costado este.
“Estoy practicando los movimientos para ser mariscal de campo. El fútbol americano me gusta mucho”, contó el niño David Gómez.
La Policía de Tránsito mantuvo un estricto control desde muy temprano en las cercanías del estadio de La Sabana.
Desde el cruce de la Nissan y hasta el Scotiabank colocaron vallas para evitar los giros en “U”.
Tampoco permitieron que ningún conductor se estacionara en la zona afectada por la inauguración y que por eso se formaran grandes presas.
Con el alma
Daniel Morales, empleado de pizzería.
“Me contrataron para una venta de pizza. Además de trabajar, puedo estar presente en la inauguración”.
Roy Sancho, padre de familia.
“Tenía que venir donde trabaja mi papá y aproveché para tomarle una foto a mi hijo”.
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