Periodista
¡Claro que sí habitante de la humanidad 7 mil millones! El campito está garantizado.
Eso sí, te advertimos que somos muchos y mal repartidos. Llegás a un planeta que en unas partes aquello es “pelao” como estadio después de la mejenga, pero en otras no cabe un cristiano, ni un musulmán, ni un judío, ni un budista, ni un santero, ni un ateo y eso aunque hubiese lugar, porque eso del “campito” es muy relativo.
Está el lugar-lugar, ese que ocupamos en el tiempo y en el espacio real, en 3D, el que deja huella, señales, adn y que se puede rastrear hasta con luminol.
Y esta el otro, el metafísico, el hipotético, el que te tenés que ganar, el de los codazos, el que busca Nery, el del último de la fila, el de la escuela, el colegio y la U, el del corazón de quienes te quieran, el del barranco adonde te manden los que no te quieran, el que te asignen la tolerancia y la inclusión si sos distinto, de otro color o con alguna discapacidad, el que obtenés si sos mujer en China o en Nueva York, si sos hombre en Zimbabwe o en París, niño en la India o en Disneylandia, anciano en el Tibet o en el Carlos María Ulloa, en fin...
Que hay campito, hay, como en el bus, corriéndose en la varilla o como en la pista con o sin cámaras: ¡quítate que voy!
Lo que importa es que aquí en la tercera roca del sol para acá, es bienvenida la vida en cualquiera de sus formas y más tratándose de una o un pequeñito ser humano que viene con todas las ganas de aferrarse a la existencia, con uñas y dientes, con frío, con miedo, con alegría y esperanza y con el apoyo de los otros 6.999 mil millones.