Dota.- A sus 39 años, el exdefensor de Cartaginés, Liga Deportiva Alajuelense, Pérez Zeledón, Puntarenas y León de Curtidores (México), Alexánder “Machón” Madrigal trabaja de lleno en su finca cafetalera.
La adquirió gracias al esfuerzo y el ahorro de varios años.
En pantalón jeans, unas botas de hule y una gorra para protegerse del sol, narró con orgullo la forma en que compró la finca de 10 manzanas que cuidaba su padre Alexis.
Luego de 20 años dedicados al fútbol, aseguró que le ha costado desligarse por completo, por lo que fundó, hace dos años y medio, la escuela de fútbol “Cafeteros”. Dirige a un grupo de niños en el estadio de Tarrazú, tres veces a la semana.
Fue enfático al comentar que lo que más le resiente al fútbol, fue que no tuvo una despedida; contrario a otros compañeros.
“Mi sueño era despedirme de la afición. Eso es lo que más resiento. Me dolió mucho. Lástima que nadie tuvo esa iniciativa”, afirmó al lado de una mata cargada de café.
Tras jugar un torneo corto en Segunda División, decidió que era hora de regresar a su pueblo, al lado de sus padres y su esposa. Con ella tuvo a su hija María Fernanda, de tres años. En México tiene otros dos varones.
Ya colocó un jugador de 13 años en la selección regional. El adolescente tiene proyección y un contrato con la Liga Deportiva Alajuelense. Una muchacha seleccionada U-16 también trabajó a su lado por dos años.
Su día inicia a las 6:15 a.m. y finaliza 12 horas después, cuando entrega el café recolectado por los cogedores, incluidos 15 indígenas guaymíes con quienes trabaja desde hace tres años. También hay aguacate en la finca, a una altura de 1.850 metros.
En México ganaba 10 veces más
De su paso por México recuerda que ganaba diez veces más que en Costa Rica, por lo que su pensamiento –el primer año– era de “ponerle” y que no lo echaran. Duró seis años en tierras aztecas.
Con los ahorros, solía mandarle dinero a su padre para que levantara el cafetal, en especial porque durante los primeros cuatro años no se obtienen ganancias.
“Disfruto de la familia y del don de vivir tranquilo. Vea estas matas de café. Parecen uvas por lo grandes”, dijo sonriente.
Comentó que le falta solo un módulo para obtener el título de Director Técnico de la Federación Mexicana de Fútbol, conocida como licencia A. Toma unos cinco meses ganarla.
“Quisiera llegar a implantar lo aprendido. Quiero aparecer el día de mañana en buen estadio y tener buenas bases para que no me coma el ambiente”, afirmó.
Sobre el gol que más recuerda en dos décadas, tiene presente el que le anotó a Léster Morgan (QdDg) cuando jugaba para la Liga.
“Fue un tiro de esquina rastrero. La bola levantó y a como pude, la pegué de corneada y se la cambié al ángulo. Todavía me preguntan cómo moví la cabeza”, recordó mientras sostenía la libreta en la que apunta las cajuelas.
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