No hay una receta especial, pero la masa que venden “Las Machas” en el Mercado Central, tiene algo especial que jala a la gente.
Ellas son Eugenia e Ivette Muñoz, las hijas menores de Marta Quirós, que falleció hace seis años y les heredó un pequeño puesto al costado norte del mercado.
Su madre se ganó lo que llaman derecho de piso, pues desde hace 70 años se instaló en ese lugar para vender tortillas, tamales, budín y el maíz cascado cocinado listo para palmear con queso.
Los pasillos del mercado se convirtieron con el paso de los años en su segundo hogar, pues desde desde niñas su madre las llevaba.
Ahí todos las conocen. Tan solo hay que preguntar por “Las Machas” y cualquiera le dará razón de ellas.
Su clientela es buena no cabe duda, pues pocos son los ratos que las dos hermanas tienen tiempo para conversar.
Frente a ellas, un pequeño mueble de madera con gavetas registra el paso de los años en los que ha trabajado a su lado para sacar adelante a toda la familia.
Aprendieron de su madre no solo a luchar para llevar el pan a la mesa a sus hijos sino también a preparar los alimentos que a diario cargan hasta el Central.
Madrugadoras
Alrededor de las 3:30 a.m. ambas están en pie, para alistar la masa con maíz cascado, tamales de elote y las tortillas caseras que se les van como si fueran pan caliente.
Llegan antes de las 6 a.m. cuando el mercado abre sus puertas y se van cuando cierra para seguir trabajando, pues deben preparar todo en casa para seguir con la jornada al día siguiente.
Al final, sienten que todo valió la pena, pues como su madre con el olor sabroso de la masa sacaron adelante a sus hijos.
Una huella
Cuenta la historia de la familia Muñoz Quirós que la jefa de la casa empezó su negocio vendiendo tortillas en las a fueras del Mercado Central, en 1942.
No llegó sola, curiosamente empezaron a vender a su lado más de 10 señoras que como ella necesitaban sacar adelante a su familia.
Al poco tiempo, todas lograron un sitio dentro del mercado, y de todas ellas solo “Las Machas” siguen aliñando la masa.