Tras superar su divorcio, Melissa Ramos sabía que su sueño de convertirse en madre no tenía por qué verse truncado y por eso tomó la valiente decisión de ser mamá soltera.
Con tan solo 24 años, la joven oriunda de Limón, contó que tras separarse pensó en que otro hombre llegaría y así podría cumplir su sueño, pero al ver que pasaba el tiempo y el amor no tocaba su puerta empezó a buscar opciones para convertirse en mamá.
Por medio de Internet se dio cuenta de que en nuestro país se aplica el método de inseminación artificial con donantes de esperma, así que ahorró durante todo un año hasta tener los ¢600 mil que cuesta el tratamiento que dio como fruto los cuatro corazones que hoy alegran su vida.
Sobre el proceso contó que tal y como vemos en las películas ella escogió el donador basándose en información sobre su estado de salud y también sus rasgos físicos, aunque nunca sabrá su identidad.
“Cuando uno se hace el tratamiento las posibilidades de que resulte son apenas del 25 por ciento, así que cuando me dijeron que no solo había funcionado a la primera si no que eran cuatro entré en pánico como por 30 segundos”, contó.
Sin embargo una vez que supo que contaba con el apoyo de su familia, para la joven quien laboraba como recepcionista todo se volvió ilusión.
El embarazo transcurrió con normalidad y el 6 de setiembre llegaron al mundo Stefanía, Wálter, Isabella y Jeikel quien ahora tienen nueve meses y son la alegría en la casa de la familia Ramos en barrio El Coco en el centro de Limón.
Cada uno de ellos ya tienen muy definida su personalidad, según contó Melissa, Isabella es las más chispa de todos, fue la primera en decir mamá, en gatear y ya comienza a ponerse de pie.
Wálter es más tranquilo aunque va al mismo paso de Isabella en cuanto a avances, a Stefanía la define como la princesita por lo chineada y Jeikel es el “más bebé”. Todos son bien portados según dijo la joven mamá.
“Tener cuatro criaturas que lo llamen a uno mamá, que lo vean con esos ojos de amor realmente no tiene precio” contó Melissa quien aseguró que aunque no descarta volverse a casa, hoy lo ve como algo difícil y que además no le quita el sueño.
La faena de la familia comienza a las 6, según dijo, su hermana María Fernanda es quien le ayuda a bañarlos y alimentarlos.