Antonio Alfaro, periodista
analfaro@aldia.co.cr

¿Qué hace la sociedad con un anciano de 81 años? En algunos casos lo mete al asilo y lo llena de pastillas.

Lo ayuda a bajar las gradas y le da de comer. Le busca una mecedora para que descanse, le pone abrigo y le enciende el televisor.

Con un anciano de 81 años, se le da gracias a Dios por su existencia o se le pide alivio, si alguna enfermedad lo aqueja.

Con un anciano hay tantos chineos como desconsideraciones. La primera de estas quizás sea no pedirles consejo –pensé hace algunas semanas–, cuando Obama reclutó al expresidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, hombre de 81 años, para ocupar la plaza de consejero para la reconstrucción económica en tiempos de crisis.

“Los ancianos se asemejan a aquellos librotes viejos y por lo común apolillados, podridos y mal encuadernados que contienen cosas excelentes”, dijo el papa Clemente XIV.

No todos los ancianos son Paul Volcker, está claro, pero algunos han vivido más que usted y yo juntos, han caminado más, han visto llover más inviernos y desamarrado más tamales.

Si no aprendemos de lo que dicen, al menos aprendamos de lo que callan: “Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar”, dijo Ernest Hemingway.

Si usted es joven y tiene un viejo al lado, no pierda tiempo, ¡aprovéchelo!