Pereira (Colombia). - ¿Qué vamos a hacer con esta defensa, Rónald? ¿Qué vamos a hacer? Cuatro goles nos metió España. Dos nos metió Australia, y pudieron ser más porque el rancho estaba ardiendo. Y tres nos metió Ecuador.
Y el martes, en octavos de final, ante Colombia, ahí es nada, el anfitrión, que tiene a un jugador valorado en $60 millones: James Rodríguez.
El asunto pinta horrible para la “Sele”.
En tres partidos la defensa fue un coladero y cometió errores infantiles de marca.
Entonces, ¿por qué esperar que de un día a otro nuestra zaga, que ha dado en este Mundial una cátedra de incapacidad, sea un muro infranqueable ante uno de los favoritos al cetro?
Bueno, la fe mueve montañas, dicen. Pero además de fe, se necesita talento, concentración, marca a estampilla, coraje. Y ninguna de estas características ha tenido la defensa en este Mundial.
¿De qué sirve tener a dos delanteros de calidad como Joel Campbell y John Jairo Ruiz, si la zaga es un coladero?
Joel y John nos salvaron la tanda ante Australia; pero Ecuador es mucho más equipo que los “canguros” y, desde luego, mucho más equipo que Costa Rica.
Al pobre Joel, además, lo martirizaron ayer con pelotazos “a la guerra”, y, salvo excepciones, fue presa fácil de la defensa de Ecuador. No le pidan milagros.
Rónald González, el técnico, pateó con furia y enojo, durante la segunda parte, una bebida hidratante, que salió volando unos cuantos metros.
Señal de su frustración. Luego del juego, reconoció que estaba “dolido”. Y “molesto”. ¿Cómo no estarlo?
Es tanta la inocencia de nuestra defensa, que ayer no aguantamos ni dos minutos.
Ni la salvada heroica de Mauricio Vargas tuvo la recompensa de una acción salvadora de la zaga en el rechace. Montano no perdonó. ¿Y el 2-0? Para ponerse a llorar. Incomprensible que ese “fortachón” llamado De Jesús cabeceara con tanta comodidad.
En doce minutos ya se había acabado el partido.
¿Y el 3-0? Otra vez la zaga dormida, otra vez De Jesús que nos hizo la cruz.
¿Línea de tres? ¿Línea de cuatro? ¡Qué más da! Con una, o con otra, Costa Rica es el segundo equipo más goleado del Mundial (con nueve, al igual que Australia, sólo superados por Guatemala).
Frustrante. Decepcionante. Los dos equipos de Centroamérica son un soberano coladero. No, así no vamos a ninguna parte.
Bueno, sí, vamos a Bogotá, al estadio El Campín, donde Colombia podría darse un festín el martes con el apoyo de sus incondicionales, si nuestra defensa sigue tan dormida, tan complaciente.
Luego del fallo de Ariel Soto ante España, ni Francisco Calvo ni Keyner Brown han sido la solución. ¿Dónde estará?
Yo, de momento, no la veo por ninguna parte.
Si se hubiera fallado en un partido, aún tendría fe.
Si se hubiera fallado en dos, a regañadientes tendría esperanzas. Pero se ha fallado en los tres.
Entonces, no me culpen por ser pesimista.
¿Que ojalá le ganemos a Colombia? ¡Claro, ojalá!
¿Que ojalá la zaga sea impenetrable para Muriel, James Rodríguez y demás estrellas del país cafetero? ¡Ni hablar! ¿Que ojalá le ganemos al anfitrión, como hace dos años a Egipto? ¡Alabado sea Dios, si así fuera!
Pero en estos momentos yo no doy ni un cinco por la “Sele”. No con esa clase de defensa. No me culpen por ello.