México/EFE.- Han matado a sangre fría, no a uno sino a decenas y tal vez a cientos de rivales y lo confiesan ante la cámara con una sonrisa que hiela la sangre, como lo hizo “el Compayito”, quien presume de haber asesinado a 300 personas.
Esta galería de criminales mexicanos, la mayoría sicarios del narcotráfico, cuenta sus maldades en interrogatorios filmados por las autoridades que después entregan a los medios.
El más reciente en hacer gala de su crueldad fue Óscar Osvaldo García Montoya, “el Compayito”, quien sonriente y bravucón confesó la semana pasada al fiscal del central Estado de México, Alfredo Castillo, que había matado a 300 personas y ordenado la muerte de otras 300.
Ya envalentonado, reconoció amenazante frente a Castillo y ante la cámara que había planeado hacerlo “pedazos” al fiscal.
García Montoya, quien dirigía la organización “La mano con ojos”, mandó matar, ya detenido, a un hombre que decapitaron.
Otros que han desfilado ante las cámaras son Edgar Valdez Villarreal, “la Barbie”; José Jorge Balderas, alias “el JJ” y presunto agresor del futbolista paraguayo Salvador Cabañas, y José Antonio Acosta, “el Diego”, a quien las autoridades atribuyen 1.500 muertes, lo que de comprobarse le convertiría en el mayor criminal en la historia de México.
La difusión de estos interrogatorios “es una arma de dos filos”, pues por un lado las ONG dicen que se viola el principio de presunción de inocencia y por otro (sobre todo en secuestros), el reconocer la voz del detenido puede alentar a que sus víctimas le denuncien, dijo el abogado Max Morales.