Periodista
El triunfo es el principal ingrediente de la alegría y el mayor creador de gritos y gesticulaciones. Si no que lo diga el partido de ayer ante Bolivia.
Tras una desastrosa Copa de Oro, donde los consagrados legionarios, más unos nacionales, carecieron de agallas, calidad y entrega, la afición tica se enfrió como el Polo Sur.
Cuando comenzó la Copa América en Argentina, el ambiente estaba seco, con desánimo y temor.
Si con los jugadores internacionales hicimos un paupérrimo desempeño, ¿cómo nos irá con un grupo de mozuelos que apenas inician la senda del fútbol? Esta fue la gran duda con que el seleccionado partió. Mucha gente guardó en el closet la roja, a la espera de mejores épocas y que de nuevo germinen “Chopes”, Fonsecas y “Balas” Gómez.
Pero llegó el encuentro ante Colombia y el representativo tico mostró una mejor actuación. Perdió, sí es cierto, pero solo por un gol y con el justificante que el “Chiqui” Brenes se expulsó.
Ayer ante Bolivia, el ambiente empezó helado entre los aficionados; conforme avanzó el primer tiempo las expectativas crecían y con ellas los gritos de emoción. Poco a poco el público volvía a entusiasmarse, a ilusionarse… fútbol al fin y al cabo.
La llegada del primer y segundo gol abrió, otra vez, la compuerta del gozo y borró la frustración anegada durante la Copa de Oro. Nuevamente la gente soñó, gritó, pateó el viento ante una pifia o un tiro al tubo.
Otra vez las pitoretas en las calles, el festejo y el comentario esperanzador. ¡Qué fácil reconquistar a un pueblo y llegarle al corazón! Tan solo jugar con orden, inteligencia y pundonor.
Falta muchísimo camino. Ahora será contra una Argentina herida en su amor propio, pero la “Sele” sí se vio con ganas del triunfo.
Los “güilas” brillaron como grandes
Se soltó el diablo y no es boliviano
Andrey lucha y no se rinde en el Tour
Su primera base son las fincas
En casa todos son de mucho peso
“Mingo” con las gemelas fantásticas
Amador deberá esforzarse el doble