Alajuela. - Ante la eventual desaparición de la laguna que recubre al cráter del volcán Poás, los expertos vaticinan expulsión de cenizas, aumento de lluvia ácida y pérdida de cultivos y ganado.
Los líquidos del cráter impiden la salida directa de ceniza y de los gases que causan la lluvia ácida. El Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori) prevé que las altas temperaturas a futuro secarán la laguna, por lo que las fumarolas quedarán expuestas.
Juan Dobles, administrador del parque nacional, dijo que desde el 2006 el cráter sufre recalentamiento y erupciones frecuentes. En febrero, se generó una explosión tal que los materiales arrojados tardaron alrededor de cinco minutos en caer al cráter.
Las columnas verticales de gases sobre la cima del volcán y el olor a azufre preocupa a los vecinos de las comunidades circundantes. Incluso, en algunas ocasiones se percibe desde San Pedro de Poás, a unos 27 kilómetros.
Comunidades se anticipan
Ayer se realizó un taller informativo sobre planes de intervención en caso de una emergencia, en el que participaron líderes comunales y representantes de comités locales de emergencia, salud, Fuerza Pública y bomberos.
La secretaria del Comité Municipal de Emergencias de Alajuela, Ana Céspedes, indicó que la necesidad de contar con estos protocolos tomó fuerza a partir del terremoto de Cinchona, en 2009.
Pese a que aún se trabaja para identificar posibles albergues, ya se cuenta con espacio para reubicar a unas 1.800 personas, además de recurso humano capacitado y medios de transporte, aseguró Céspedes.
“Considero que nos falta mucho. La experiencia que vivimos con el terremoto nos dejó muchas enseñanzas, pero aún hay que trabajar muy duro porque apenas estamos iniciando con los esfuerzos”, opinó Sonia Barrantes, coordinadora de la comisión de emergencias de Poasito.
Lourdes Rivera, enlace regional de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), recalcó la necesidad de que la población esté informada y organizada para atender un eventual desastre.